6 (+1) Heridas emocionales por carencias de amor materno

El amor materno es un sentimiento fundamental para el desarrollo sano. Criarse con una na madre emocionalmente ausente deja heridas profundas en la persona.Te presentamos las principales.

16 JUL 2020 · Lectura: min.
6 (+1) Heridas emocionales por carencias de amor materno

El vínculo entre madre e hijo suele ser el más fuerte y bonito que existe. Empieza a desarrollarse antes del nacimiento y jamás para de crecer. El primer contacto que tenemos con el mundo es a través de nuestra madre. Ella será responsable no solo de alimentarnos sino también de cuidarnos, enseñarnos y protegernos.

La mayoría de las madres ama tanto a sus hijos que podrían dar sus vidas por ellos. Sin embargo, aunque sea un tema tabú, no todas las madres son amorosas con sus hijos. Hay madres que no comparten la idea de que la maternidad es lo más maravilloso que les ha pasado y son incapaces de mostrar amor, cariño y afecto a sus niños. Muchas, incluso, quisieran regresar el tiempo y cambiar la decisión de tener hijos.

Las consecuencias en la vida adulta de crecer sin amor materno pueden ser desastrosas. La ausencia de ese tipo de amor deja secuelas importantes en el desarrollo y personalidad del individuo. Le presentamos abajo las 7 principales:

1. Apego inseguro

Una madre amorosa y presente cría a un niño que se siente apoyado y comprendido. Este niño aprenderá que las relaciones entre las personas son afectuosas y estables, que el mundo es un lugar de oportunidades para ser explorado. Tiene un apego seguro porque está bien cuidado y sabe que puede contar con el apoyo de su madre.

Por otro lado, los hijos de una madre no amorosa, distante y emocionalmente inestable, desarrollan un apego inseguro, que puede ser:

  • Ambivalente: cuando el niño nunca sabe cuál será el comportamiento de la madre (a veces es cariñosa, otras grita y le maltrata). El apego ambivalente enseña al niño que el mundo de las relaciones afectivas no es confiable.
  • Evitativo: el niño desea el amor de la madre, pero teme las consecuencias porque esta sólo lo rechaza. El apego evitativo deja un terrible vacío en las necesidades emocionales del hijo.

Estos patrones de apego persisten en la edad adulta y afectan tanto las amistades como los vínculos románticos.

2. Dificultad para establecer límites

A menudo, los hijos atrapados en la falta de amor de la madre se convierten en personas complacientes en las relaciones adultas. Debido a la baja autoestima, al miedo al rechazo y a una gran carencia afectiva, tienen mucha dificultad para establecer límites sanos en las relaciones.

Son personas que no saben decir no, que creen erróneamente que ser sumiso es sinónimo de amor.

3. Baja inteligencia emocional

En los primeros años de vida, un niño aprende a gestionar sus sentimientos a través de la interacción constante con la madre. Los gestos y las palabras de la madre enseñan al bebé a calmarse cuando este está incómodo o llorando. Después, la madre tendrá un papel clave para ayudar a sus hijos a expresar sus sentimientos, nombrarlos y aprender a manejar sus miedos y emociones negativas.

Las personas que desarrollan un apego inseguro con sus madres no aprenden a regular sus emociones y por eso tienen una inteligencia emocional más baja que aquellos que tuvieron un apego seguro con la madre.

4. Falta de confianza en los demás

Al tener una madre emocionalmente distante, hipercrítica o poco fiable, el hijo aprende que las relaciones afectivas son peligrosas, inestables y que la confianza es efímera.

Los adultos que no han recibido amor de sus madres cuando eran niños crecen con la idea equivocada de que el mundo no es un lugar seguro y que las personas siempre están malintencionadas. Luego tiene una enorme dificultad en confiar en los amigos y/o en la pareja.

El hijo con apego ambivalente necesita validación constante de que la confianza está garantizada. Estas personas experimentan el amor como una obsesión, un deseo de reciprocidad y unión, altibajos emocionales y celos.” Cindy Hazan, psicóloga. 

5. Sensibilidad extrema

El miedo al rechazo suele dominar el mundo interior de las personas que no recibieron el amor materno. Como están acostumbradas a ser siempre criticadas por la madre, cualquier comentario de los demás, hasta los más inofensivos, les afecta de una forma negativa.

Frecuentemente, los hijos no amados tienden a pensar demasiado, a rumiar y tienen problemas para gestionar sus emociones.

6. Incapacidad de ver sus virtudes

Los individuos que tienen madres frías, hipercríticas y distantes, interiorizan todo lo malo que escuchan durante la niñez. Cuando adultos, son incapaces de ver sus propias cualidades. Si alcanzan un objetivo suelen pensar que fue casualidad. Siempre se comparan con los demás y se ponen en una posición de inferioridad. Son distorsiones que perjudican todos los ámbitos de la vida.

7. Replica el vínculo de la madre en las otras relaciones

Tendemos a sentirnos cómodos por lo que conocemos. O sea, a veces entramos y permanecemos en relaciones infelices porque nos son familiares. Según los psicólogos, las personas que no recibieron amor de sus madres a menudo entran en relaciones tóxicas y abusivas porque no conocen otra forma de amor.

Además, muchas mujeres que no tuvieron una relación sana con sus madres replican ese comportamiento con sus hijos, manteniendo el círculo vicioso activo en las próximas generaciones. 

 

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Comentarios 20
  • Sara

    Excelente...lo leí todo!!

  • Mónica Müllner

    No estoy de acuerdo. Por qué...porque crecí en el desamparo materno. Crecí con abuelos en un seno familiar complejo por la amoralidad de ellos. Esa manera huérfana de crecer, ya en la adultez la busqué en el estudio. Logré transformar esa mirada autodestructiva de mi primera infancia. Logré confiar en mis proyectos y lograr muchas metas, que alguna vez las consideraba inalcanzables. Me rodeé de libros y de personas que tenían amor al conocimiento. Muchas respuestas las vallamos en el camino que vamos recorriendo. Que entendemos cuál es el indicado, pude discernir y comprender a mis padres, a mis abuelos. Hoy con 61 años siento que estoy más viva que antes, que aprendo algo nuevo siempre. En cuanto a la ambivalencia, los seres humanos lo somos biológicamente. Confiar es sano, prevenir expectativas lo es aún más. Tener un referente elegido porque nos impregnó la esencia de revisar qué está bien y qué no. Si nos equivocamos, es bien habido el equívoco, pues de los errores podemos aprender o ser inconscientes. La vida es un riesgo continuo, hay que decidir siempre y hacerse cargo de esa desición. No miro con melancolía ni con angustia saber cómo crecí, pues aprendí sola. Me frustré pero no decaí, continué. No tenemos que seguir el patrón que nos hirió. Nada fácil es. Pero nos hace conocernos, bucear en nuestro interior y encontrar los traumas, llorarlos, comprenderlos, perdonarnos, nos hace sensibles al dolor ajeno. La vida nos provee de herramientas, para a abonar la orfandad. Cada día lo vivo con serenidad de saberme mortal. Cómo no dar valor a la vida, entonces. Nada se puede dar por sentado, depende de cómo elegimos recostarnos para convertirnos en mártires bien sobrevivientes bien personas que pudimos romper con el patrón que logramos des-aprender. Ilústreme, sería importante debatir su idea que no es una verdad absoluta. Le saludo con gran consideración. Mónica Müllner desde Argentina.

  • habia una vez

    Todo es tan cierto, pero al mismo tiempo siempre lo supe y no quise aceptarlo. Ahora mismo quiero y veo lo necesario que es para mí obtener ese cariño ausente, esa sensación que no experimenté antes. Ahora mismo siento fracturas en mi corazón, fragmentos van poco a poco dejando menos. Quiero ese cariño en algún lado pero nunca lo he visto hasta ahora y no sé cómo encontrarlo.

  • Compras Luciana

    En la edad adulta, ¿cuáles son los pasos a seguir para tratar las heridas mencionadas?

  • FujøsЋi øŧαku

    Vaya eso explica muchas cosas.

  • dayana mayan

    Gracias, he podido identificar mi problema y seguramente necesite terapia. Pero sobre todo este artículo me muestra todo aquello que no ha estado en mis manos y lo que en mi edad adulta sí lo está. Pero no sé por dónde empezar.

  • Eliseo leiva hermosilla

    Agradezco mucho por escribir estas líneas. Me veo reflejado profundamente, desde niño me he sentido aplazado, con escasa entrega de amor sincero. Y hoy a mis 46 años me doy cuenta por qué no he podido hacer vínculos amistosos duraderos, y en mis relaciones afectivas he tenido problemas por no saber decir que no, por miedo. Muchas gracias, ahora ya comprendo mucho.

  • Juan Deyano

    Yo tengo 20 años y mi vieja me maltrata psicológicamente, pegándome, echándome de casa o rechazando mis muestras de afecto, sin embargo hago lo posible para mantener la cordura, a los niveles bajos que cualquier persona normal debería de tener. Es difícil, sabiendo que mi país no me permite tener un lugar a donde ir mientras estudio, me mudaría? me pregunto, y sin dudarlo digo que sí, aunque eso signifique no ver más a mi familia durante un tiempo, pero también significa no sufrir las dolencias que me genera, entonces siento seguridad ante esa decisión. No sé a qué se debe este sufrimiento en lo que respecta a sus reacciones, recién me dijo que no le gustaba mi corte de pelo y me puso cara de asco. Cuando salí de la peluquería sentía mucha seguridad de mí mismo, la cual se replicaba en el trato de la gente, pero cuando me hizo ese comentario, cambió. No sé por qué.

  • almira picazo

    Yo tengo 3 hijos y amo de forma preciosa y profunda a 2. Al que hace nada, me he dado cuenta de que no amo, se da la paradoja de que nació prematuro, y me enseñó a través de sus necesidades, cómo ser madre. Pero es ahora de adulto, con todos viviendo fuera de casa, que después de haber intentado todo tipo de maneras de comunicación, me doy cuenta que hoy me es indiferente. No llegué a él. Y me agoté. Fue un adolescente difícil, y mostró muy pronto (sueña duro) odio hacia mí. Entre los hermanos se hablan pero él a mí no. Sí mantengo contacto con él, y sí está en mi vida. El llegó a levantarme la mano, manipular, robar, todo siendo un niño atendido, y dentro de una familia amorosa. Nunca le diré nada. De niño lo mimé, lo acurruqué, le di tres años el pecho, lo amé como niño. Lo deseé en el embarazo, y casi perdí mi vida sin que me importara nunca. Hasta ahora. Con mucha sorpresa he descubierto este sentimiento de indiferencia. Y no llego a comprenderlo, bien.

  • Irving avila

    Tengo 19 años, y desde los 16 empecé a sentir una gran necesidad de ser amado, ya que mi padre nunca es de demostrar afecto o si le pido algo se enoja, no sé cómo pedir las cosas, no sé establecer límites cuando me molestan, conocí una chica que hizo el papel de madre o así lo veía yo. Amigos sentí el verdadero amor y por primera vez me sentí querido, pero lo inevitable pasa y ahora estoy peor, mi inseguridad no me permite conocer más gente o sentirme en confianza para hablar con personas, evito los lugares con mucha gente, futuras madres téngale paciencia a sus hijos y denles mucho mucho amor. Quiero aclarar que mi madre me dejó a los 6 años, solo viví con ella 2 es decir hasta los 8, pero nunca estaba ella, así que creo que no cuenta.


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