¿Qué es la indigestión emocional?

Los estados emocionales negativos como el miedo, la ira, la tristeza, el odio, causan estragos en el organismo. Aprende a potenciar tus capacidades, ¡tranfórmate, aquí te enseñamos!

27 JUL 2022 · Lectura: min.
¿Qué es la indigestión emocional?

Los estados emocionales negativos y alteraciones intensas, tales como la ira, la tristeza, el rechazo, el miedo, la duda, el odio, la inseguridad, la falta de confianza, etc. suelen causar estragos en el organismo de las personas y cuando esas emociones no son digeridas, elaboradas o asimiladas en su momento, generan incluso a través del tiempo y la repetición de conductas tóxicas conscientes o inconscientes, algunos procesos de activación psicofisiológico que pudieran llegar a desarrollar tumoraciones en el organismo, inmunidad y hasta desarrollo de cáncer.

La gente se queja constantemente que padece de muchos conflictos emocionales, presiones y estrés que no siempre se han sabido manejar de manera adecuada; se siente rebasada por sus expectativas, sus creencias y su estilo de vida, acumulándose día a día los compromisos sociales, situaciones relevantes y demandas contextuales que saturan su razón atormentada, conllevando al límite sus esfuerzos de adaptación y de funcionalidad; pero la verdad es que ya su pobre sistema nervioso central no puede dar ni un solo paso más, está a punto de colapsar debido a que algunas de sus emociones añejas pudieron haberse ido transformando o somatizando en patologías muy difíciles de erradicar, precisamente por el exceso de tantos desajustes emocionales.

¿Qué significa una indigestión emocional?

Indigestión es un trastorno en el aparato digestivo, ya sea derivado de algún alimento o medicamento que destruye o altera la flora intestinal, produciendo diarreas, estreñimientos, heces con olor muy desagradable, flatulencias, eructos, etc.

También es innegable la relación que existe entre los pensamientos, las emociones, los sentimientos y las sensaciones físicas.

De acuerdo con el sector salud, el factor emocional es y sigue siendo un detonador importante en las enfermedades psicosomáticas, principalmente aquellas que dañan el sistema gástrico-intestinal, y la tensión muscular, produciendo colitis y gastritis e inflamación abdominal.

Incluso, apareciendo a veces hasta la inestabilidad emocional, irritabilidad, o emociones desbordadas, y allá vamos corriendo al médico: "Doctor me duele aquí", "Me duele acá", "y por la noche se me pasa para acá", "no me deja dormir" "no me deja pensar, no me deja respirar", ¿Qué tengo doctor? Y allá vamos a surtir la receta de emergencia, nos tomamos la pastillita y santo remedio, pero pasa el efecto placebo de la pastillita y allí está otra vez el dolor o la molestia insoportable que conlleva a estados muy desagradables de desesperación e impotencia. Se acaban las pastillitas y allá vamos por más, cuando el verdadero problema no es orgánico sino psicológico - emocional.

La gente se enferma de tanta amarga reacción, se pasa la vida empastillándose y cambiando de medicamento tan fácil como cambiarse de calcetines y combinando a veces su coctel de medicamentos con otras sustancias como el tabaco, el alcohol, la marihuana, que para el estrés, que para la ansiedad, que para la depresión, que para dormir, que para despertar, ¡Puf! Aquí tiene mucho que ver la parte cognitiva y la percepción que la persona tiene de los estresores que vive día a día, cuál es la representatividad social que le asigna a las emociones, con qué o con quién las asocia o las relaciona (neuroasociación) y también los recursos personales que el individuo posee para afrontar dichas situaciones de alto riesgo biopsicosocial. También repercute la parte límbica del cerebro donde se encuentra una pequeña glándula llamada "amígdala" que es precisamente la encargada de generar las emociones. El cerebro es un laboratorio que produce drogas, produce muchas sustancias llamadas también neurotransmisores, que son los cómplices de las reacciones y las adicciones.

¿Cómo se produce la indigestión emocional?

En primer lugar tenemos que reconocer que el aparato digestivo, no solo digiere alimentos físicos sino también alimentos emocionales y el sufrimiento de estados emocionales negativos persistentes podría llegar a afectar al funcionamiento orgánico, inmunológico del sistema endócrino-metabólico, y el sistema nervioso central, (SNC), desestabilizando de manera general todo el organismo, pasando por su influjo sobre hábitos alimentarios y estilos de vida inadecuados como el desvelo, preocupaciones sociales y estrés, emociones desbordadas el uso excesivo del uso de las nuevas tecnologías, el alcohol, el tabaco y las drogas, entre otros.

En segundo lugar saber que el funcionamiento del estómago sometido a grandes cargas de estrés y retención de factores emocionales densos, son patadas para el hígado, para la bilis, para el páncreas que se enlentece o deja de segregar insulina, y de allí… ¡bienvenida la diabetes!, con problemas severos de motricidad gástrica y manifestaciones típicas de gastroparesia o retraso de vaciado gástrico, donde incluso no se encuentra la causa orgánica que pueda identificar de qué se trata, obvio, es pura cuestión emocional.

¿Cómo se puede "digerir" una emoción?

Digerir, significa transmutar, cambiar, o transformar un elemento o alimento emocional, en sustancia que la mente y el organismo pueda asimilar, atender, entender y trascender. Hay cosas que tal vez sean difíciles de asimilar como por ejemplo una ruptura sentimental, un recuerdo exhumado que atormenta, una pérdida, un duelo que no queremos soltar, un rencor, un resentimiento, un abandono, una traición, etc. una emoción añeja, dolorosa y envejecida por la constancia, la frecuencia y el tiempo que se quedó fijada en las entrañas del ayer, en las memorias profundas de la mente inconsciente y desolada, adormecida y entumecida por la espera y por el llanto, un sentimiento a flor de piel que duele desde siempre, una herida emocional patológica, crónica, añeja que está allí ocasionando constantemente un riesgo de convertirse en una grieta insalvable o somatizarse en una enfermedad física y real.

¡Tenemos que aprender a soltar las ataduras que nos enferman y nos lastiman, soltar la dificultad, dejar ir el apego de lo que tuvimos, pero ya se fue.

Soltar y dejar ir la estructura emocional de lo que fue, pero ya no es, tenemos que aprender a "darnos cuenta del aquí y ahora" de la nueva realidad que nos envuelve, nos confronta y nos invita a desprendernos del pasado, soltar lamentaciones inútiles, soltarlas, dejarlas ir y decir adiós! Tenemos que dejar que la sangre del dolor fluya por la herida, y que broten de nuestro ser, hermosas corrientes de luz, de armonía, de paz, de sabiduría, de conciencia universal que nos recuerde que tuvimos que perdernos para poder encontrarnos a sí mismos, y que tenemos frente a nosotros un enorme abanico de posibilidades de ser mejores al iniciar cada nuevo día de nuestra vida, no por lo que fuimos, sino a pesar de lo que fuimos y que pase lo que pase, reconocer hidalgos todo lo que somos ahora en dignidad, en progreso, en maduración, en orgullo, en amor propio, en derechos a la individualidad, a la pertenencia, a la identidad familiar y social, pero sobre todo, derecho al respeto que nos debemos a sí mismos primero. Eso es todo.

Referencias

Piqueras R. et al (2009). Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física. Suma Psicológica. Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Bogotá Colombia. Ref. disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/1342/134213131007.pdf

Castelló J. (2005). Dependencia emocional. Características y tratamiento. Psicología, Alianza Editorial, S.A. Madrid. ISBN: 84-206-4725-X Depósito Iegal; M . 4 1.102-2005

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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