¿Por qué no puedo olvidarte?

Olvidar no es tan fácil cuando se pierde a la persona amada. ¿Qué factores intervienen en el proceso de duelo? Entérate en Psico.mx. Aprende a potenciar tus recursos personales y di adiós.

26 JUN 2019 · Lectura: min.
¿Por qué no puedo olvidarte?

En las cosas del amor, para muchas personas se pone muy complicada la situación cuando no hay correspondencia, o cuando la pareja que elegimos nos falla o no llena nuestra perspectiva. Posiblemente al principio todo fue hermoso, lleno de magia y encuentro, sonrisa ilusionada, sueños y esperanzas, planes, proyectos o prospectos de vida anhelada, donde pusimos todo el garbo y la delicadeza del sentimiento más grande y sincero.

Era tanta y tan grande la ilusión que no necesitábamos más que un abrazo sincero que llevara escondidas las palabras más hermosas del mundo: "Estoy aquí para ti", "No te preocupes, duerme tranquila(o), siempre estás en mi pensamiento", "Nadie te volverá a lastimar porque ya estás conmigo"... Pensamos que por fin tenemos lo que buscábamos y que por fin vamos a ser muy felices, ¡Y hasta nos lo creemos!, ¿Pero qué sucede cuando se rompe el encanto?

Sucede que cuando se rompe una relación o cuando se termina un sueño, la mayoría de las veces nos quedamos fijados en el pasado, nos cuesta trabajo aceptar que aquello ya pasó, ya no existe, ya no es… Ya es pasado, está muerto y enterrado, ya no tiene regreso posible y como tal, debe quedarse allí en el pasado de donde procede y adonde corresponde.

Sin embargo, la mayoría de las personas no lo ven así porque les cuesta mucho dolor y mucho sufrimiento soltar, dejar ir, decir adiós, y romper con el pasado. A lo mejor puede pasar mucho tiempo y aquellos recuerdos permanecen frescos y a flor de piel porque insistimos en revivirlos y reverdecerlos cada día: "Es que él me amaba", "Es que yo lo quería", "Es que éramos felices"… Y pues sí; tal vez sí eran muy felices, pero esa felicidad ya se fue, ya no está, ya no es… ¡Ahora es otra la realidad!.

Un aspecto importante de tomar en cuenta es la terquedad vencida a nuestro favor. Si sabemos perfectamente que terminar era lo mejor o lo más sano, ¿Por qué no cerrar círculos viciosos?, ¿Por qué seguir reciclando memorias dolorosas de antaño?: "Me acuerdo cuánto nos gustaba ver películas", "Me acuerdo que fuimos a ese sitio muchas veces", "Esa era su comida favorita", "Esa canción bailamos por primera vez", "Ese olor a café me lo recuerda todos los días" "Me llevó aquél regalo que nunca voy a olvidar", o "No voy a poder olvidarlo nunca", etc. ¡Sólo recuerdos exhumados que atormentan! ¿Y qué necesidad tenemos de aferrarnos a los recuerdos exhumados que atormentan?

Al respecto, estudios científicos demuestran que las memorias archivadas en nuestro cerebro, tienen su asiento en las fibras nerviosas del hipocampo y la corteza entorrinal. Esta última, es el núcleo más relevante del cerebro y está asociada con la orientación, la navegación espacial, las vías olfativas, visuales y con varias estructuras de los lóbulos temporal, parietal y frontal con la memoria semántica misma, capaz por sí sola, de formar y consolidar todos los recuerdos, a corto, mediano y largo plazo, auxiliados claro, por la imaginación y a veces por la necia fantasía: Una textura, un color, un olor, una flor, un libro, una fotografía o un simple pañuelito, nos remonta al pasado y allí estamos nuevamente, dándole rienda suelta a los recuerdos que son a veces pensamientos cargados de tiempo, de sabor añejo y dulce polvo del camino que no queremos soltar porque nos duele.

Y en realidad de verdad, los recuerdos no son los que duelen tanto sino los apegos. Estos, causan un gran sufrimiento por lo que fue o pudo haber sido y no fue. En este sentido la teoría psicológica del apego formulada originalmente por John Bowlby, por allá en los años 50's, explica sobre los diferentes tipos de apego que se relacionan con la conducta humana. El apego seguro, el apego ansioso o ambivalente, apego evitativo y el apego desorganizado.

Para Bowlby, es importante diferenciar entre la conducta de apego y el vínculo de apego. Este último es el lazo afectivo por las personas que tienen un significado o representatividad en nuestras vidas. Por otro lado la conducta de apego, solamente se refiere a esas conductas de aferramiento buscando una proximidad y el contacto aunque sea emocional con tal o cual individuo que evidentemente nos brinda seguridad y porque tiene más recursos personales que le permiten enfrentar al mundo, es decir, nos hace sentir protegidos y seguros, sabemos que nunca nos va a fallar.

¿Pero qué pasa cuando ese alguien se va de nuestras vidas?

Sentimos que nuestro mundo se derrumba y que nos va a aplastar. Nos sentimos suspendidos(das) entre el cielo y el infierno y sin nada ni nadie a nuestro alrededor de donde agarrarnos. Un estado emocional bastante conflictado, caótico, incómodo y preocupante cuando hemos vivido con miedos a la responsabilidad: ¿Y ahora qué voy a hacer?, ¿Y ahora qué va a pasar?, ¿Y ahora quién podrá salvarme?, como decía nuestro inolvidable chapulín colorado. El alma se desespera, llora, grita, se desgarra por dentro y obvio es más cómodo caer en el charco de la autocompasión: "¿Y ahora cómo voy a vivir sin ti?", "No voy a poder salir adelante sin tu presencia", "No esperaba que fuera tan difícil esto", "Ya te has ido, ¿Y ahora qué?"

Aprender a vivir sin esa presencia amada

En muchos de los casos, no queremos reconocer la importancia de cerrar ciclos, de darle vuelta a la hoja, de empezar de nuevo y no dejar asuntos inconclusos, ni evadirlos ni posponerlos porque eso a la larga causa mucho estrés. ¿Y que no puedes olvidar?, ¡Claro es normal que te siga doliendo!, fue mucha la costumbre, fue muy grande el hábito de esa compañía con la figura de apego que se fue, que ya no está y que posiblemente no volverá. Y empezar caray, resulta una disciplina seria, constante, diaria y repetida donde vamos haciendo camino nuevo al andar. La vida misma es quien nos va dando las pautas a seguir. ¿Qué quieres para tu valiosa vida? ¿En qué dirección deseas dirigirla?, ¿Prefieres acabarte en el desgaste emocional rancio y caduco de la espera inútil de verlo llegar?. ¡Siéntate, porque parado(a) te vas a cansar!, Olvidar sabemos que tal vez no, pero al menos recordar con paz, con agradecimiento y con supremo amor. ¿Quieres mayor recompensa?

Si no sabes cómo hacerlo, acude a tu psicólogo de confianza para que puedas potenciar tus recursos personales y estés en capacidad de tomar decisiones inteligentes aquí y ahora, ¿Quieres intentarlo?.

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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