¿De qué me sirvió quererte tanto?

A veces no basta querer mucho a nuestra pareja, sino cuidarla mejor, respetarla, darle su espacio, escucharla y ponernos en su lugar ¿No sabes cómo hacerlo? En Psico.mx te enseñaremos, ¡Ven!

28 JUN 2019 · Lectura: min.
¿De qué me sirvió quererte tanto?

Cuando se inicia una relación de pareja, lo menos que uno espera es ser bien correspondido de igual manera en detalles, cuidados y valorar a quien tenemos a nuestro lado, hacerlo sentir especial, amado y respetado. o por lo menos ejercer la tolerancia, la constancia, la consideración, la armonía, escucharle y brindarle nuestra compañía en el trayecto del desenvolvimiento para conocerse y adaptarse como pareja. Todo eso puede parecer muy normal o muy obvio, pero la aplastante realidad es que tan pronto se obtiene el tan ansiado "Sí", hacemos todo lo contrario, abandonamos el cuidado, el cultivo de nuestra relación. Solemos apropiarnos de nuestra pareja, como si fuera un trapo, un mueble, una cosa... Ya no la vemos como un Sujeto sino como un Objeto de propiedad: "Ah, ya me perteneces, ya eres mía(o) y ahora vas a hacer lo que yo te diga"… ¡Claro que no!

Nadie le pertenece a nadie

El hecho de que se haya aceptado estar dentro de una relación de pareja, no implica tener que donarse al otro en cuerpo, alma, sentimiento y razón… ¡Por supuesto que no!. Antes que nada somos seres individuales, aún viviendo dentro de una relación de pareja, y estamos con él, o con ella porque queremos, nada ni nadie nos obliga a hacerlo, estamos allí voluntariamente porque le amamos, porque nos place, porque nos conviene o porque así lo decidimos por alguna poderosa razón de Dios.

¡La relación de pareja solamente es un acuerdo entre dos!, un convenio de colaboración: "Me gustas, me atraes, me encanta cómo me tratas, eres genial y quiero estar contigo, me das seguridad, confianza, o me convienes por tu protección y amparo, o por lo que sea, pero estoy contigo y me caso contigo porque estoy de acuerdo en permanecer a tu lado". Se formaliza el compromiso o contrato civil que la gente le llama Matrimonio, pero ese contrato puedo caducar o se puede terminar en el momento en que uno de los dos lo requiera. Pero aquí el problema es que si ya formaron una familia, y hay hijos de por medio, aquí los más afectados por supuesto van a ser los niños. Papá y mamá arreglan sus diferencias divorciándose pero los que quedan a la deriva de las circunstancias son los hijos: La patria potestad, la pensión alimenticia, los gastos del colegio, la soledad, el duelo y por supuesto los estragos que causará la ausencia de uno de los padres, aunque podría ser que no se perdiera el contacto aunque sea virtual, pero ya nada sería igual porque nada sustituye la presencia permanente de los padres, en la vida de los hijos.

Sin embargo qué curioso resulta el hecho de que en la mayoría de las relaciones de pareja fracturadas, fue uno el que pidió el divorcio, y el otro nunca se imaginó siquiera terminar, y de hecho no quiere divorciarse, no quiere dejarle ir, se niega a renunciar a la esperanza de que su compañero(a) rectifique, cambie de opinión y se quede, hacen hasta lo imposible por lograrlo: Lloran, discuten, patalean, se humillan, se golpean psicológicamente y no hay manera de llegar a ningún acuerdo, la única solución es la separación, y ante la insistencia del marcado desinterés de su pareja, no tiene otra opción y termina otorgándole la concesión: El divorcio.

"Me voy pero no me vas a quitar a mis hijos"

La inmensa mayoría de las parejas que se divorcian, suelen dejar muchos asuntos inconclusos, no quieren darse cuenta de que si uno de los dos solicitó el divorcio y se fue… ¡Ya se fue! Y no tiene porqué estar regresando a la casa cada vez que se le dé la gana, bajo el pretexto de que: "Tengo derecho de ver a mis hijos cuando yo quiera", "Se me quedó mi herramienta", "Me faltó llevarme aquellas camisas", "Iba pasando por aquí y llegué para ver si los niños están bien", "Voy a dejar guardado el carro en la cochera porque no tengo dónde meterlo" etc., excusas y pretextos para seguir volviendo a casa como si nada hubiera pasado. Y una cosa es que la mujer acepte que él siga presentándose (qué casualidad), cada hora de la comida, por no tener fricciones con los hijos o con el marido, y otra cosa es que lo haga porque todavía después de divorciada, sigue acariciando la esperanza de que aquél hombre se le ocurra quedarse de nuevo en casa, ¡Y vaya que si hay muchos señores que se quedan! Porque la mujer lo permite y luego se quejan de que el marido lleva una doble vida, ¡Una vida de soltero, y otra vida de marido a medias!. Y la mujer que permite eso, se abarata, se pone de oferta y ya no sabe si sigue siendo la esposa, o la amante, o la amigovia con derechos ¡Por favor! ¿Qué está pasando allí? ¡Defínete! ¿No?

Pero el tema es éste, que no se define y hasta asegura que lo sigue queriendo y que no puede dejarlo ir del todo por sus hijos ¿Por los hijos? Como si estos fueran anclas o cadenas para atar al hombre de sus sueños y tener su cuerpo en casa, aunque ya no tenga su amor. Son decisiones poco sanas para el funcionamiento óptimo de la pareja. Que si van a seguir juntos lo hagan de manera seria y responsable, de lo contrario sería más prudente contemplar la posibilidad de tener un trato amable y cordial, hay parejas que funcionan mejor como amigos que como pareja y son los hijos los que salen más beneficiados con ese tipo de relaciones o de acuerdos entre los padres.

Pero amagar huidas o refrendar promesas que no se piensan cumplir, sólo entorpecen las relaciones parentales, los hijos se confunden, y se desarrollan psicológicamente con problemas protuberantes de baja autoestima, trastornos de adaptación y hasta pudieran desarrollar trastornos de identidad, ya que los chicos no saben ni a dónde ni a quién pertenecen, y luego los padres se quejan de las deserciones escolares o del bajo rendimiento escolar, y de los problemas de conducta de sus hijos. ¿Pues qué esperaban?, ah; pero eso sí, lo primero que hacen algunos padres es culpar a su pareja por el descuido y la pareja preocupada acude muchas veces al psicoterapeuta o al psicólogo buscando urgentemente una evaluación psicológica para su hijo porque se lo reportaron de la escuela, porque lo sacaron del aula o porque se lo suspendieron por una semana o quince días. Los niños son niños, ¡Y señores por favor! Tomen en cuenta que esas conductas desafiantes de sus hijos son la respuesta de su inconformidad por lo sucedido en casa, los niños no tienen otra forma de expresar sus emociones más que con rabietas, rebeldías y agresiones, algunos niños también padecen depresiones.

Entonces, a ti varón y mujer que me lees, ¿De qué te sirve haber amado tanto a tu pareja, si terminaste dañando al fruto de tu propio amor?, ¡Piénsala y madura!... Acude a buscar ayuda de un profesional de la salud mental para que puedas organizar tus ideas y te des cuenta de que quien más necesitas de la terapia eres tú, para que estés en condiciones de poder ayudar a tus hijos. No hagas todo lo contrario de mandar a tus hijos al psicólogo para que los arreglen, si el educador primario eres tú, los niños sólo aprenden de la imitación y de los ejemplos, ¿Entonces quién es el responsable?. ¡Vamos, anímate! ¿De qué te sirven tus habilidades, tu amor y tu conocimiento si no lo aplicas?

Si deseas una atención psicológica personificada y armónica, no dudes en buscar en Psico.mx de tu localidad, al mejor psicólogo de toda tu confianza, porque nos importas y estamos aquí por ti y para ti ¿De acuerdo?

PUBLICIDAD

Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

Ver perfil
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

últimos artículos sobre coaching

PUBLICIDAD