Quiero cambiar mi forma de pensar ¿Qué hago?

Los formatos de pensamiento son parte de nuestra cultura y educación. Tienen mucho que ver con el ambiente y la genética. Se pueden modificar, ¡Pero sólo si tú quieres! Ven, te informamos.

21 OCT 2019 · Lectura: min.
Quiero cambiar mi forma de pensar ¿Qué hago?

Desde la grecia primitiva, por allá en los tiempos de los grandes filósofos pensadores y poetas como, Aristóteles, Sócrates, Platón, Pitágoras, Demócrito, Anaxágoras, Tales de Mileto, Parménides entre otros… el conocimiento universal, el razonamiento analítico, la lógica y el razonamiento matemático, han estado desde siempre en mesa de grandes debates y deliberaciones, refutando teorías, creando dogmas, cambiando sistemas de creencias y analizando formatos de pensamiento, etc., llevando a la humanidad hacia la más hermosa y profunda de todas las reflexiones: La bioética.

Al respecto, una máxima muy antigua reza todavía por allí en las almas inquietas y buscadoras de la verdad, o mejor dicho, en las mentes brillantes que buscan la luz y el pensar con objetividad: "Una mente educada, es capaz de entretener un pensamiento, sin aceptarlo" (Aristóteles).

¿Una mente educada?, ¿Cómo se puede educar a la mente?

Partiendo desde la premisa filosófica y ontológica, o estudio del Ser, hay dos tipos de conocimiento: El propio y el adquirido, habremos de entender que no es posible desligar el uno del otro, sino integrarlos para enriquecer nuestros recursos personales, intelectuales, emocionales y de comprensión creadora. Las experiencias de vida son importantes, pero no constituyen a la experiencia misma, en sí. La experiencia no es lo que vivimos, sino lo que hacemos con lo que vivimos. De otro modo, ¿De qué nos serviría aprender?, ¿Qué nos deja cada tropiezo de enseñanza? ¿Por qué o para qué aprender a aprender? ¿Y qué es el aprendizaje crítico? ¿O qué es la experiencia moral?

Preguntas que quizá sacudan a nuestra consciencia, pero aquí, promover la reflexión y la autonomía es válido, ya que nos conlleva a dejar de ser y de actuar como seres heterónomos, nos ayuda a vencer las dudas y los miedos de empezar por observarnos a sí mismos primero, pero observarnos tal cual somos, sin máscaras, ni mentiras ni caretas y a tomar decisiones. ¿A quién queremos engañar? ¿A nosotros mismos?, ¡Imposible!, a menos que no nos demos cuenta ni siquiera del auto-engaño y cómo se gestan los complejos mecanismos de defensa del inconsciente que por supuesto podemos hacer conscientes de inmediato, ¡Pero solamente si lo queremos!

Pero, ¿Cómo cambiar si ni siquiera sabemos qué es lo que queremos cambiar?

Muchas personas sufren y se desesperan porque no saben cómo cambiar y ni cómo empezar esta disciplina tan ardua, tan delicada, tan particular, pero tan generosa. Vienen a la consulta clínica llenos de esperanza, de euforia, queriendo comerse el mundo de un solo bocado sin digerirlo, quieren trabajar todas sus conductas desadaptativas o disfuncionales al mismo tiempo y le exigen al terapeuta más y más claves y técnicas terapéuticas para lograrlo, pero no practican ninguna. ¡Eso no funciona así! Y menos cuando no hay compromiso terapéutico, ni disciplina, ni seriedad consigo mismos.

♦ Entonces el primer paso sería darnos cuenta, qué queremos lograr, en dónde nos encontramos y hacia dónde queremos desplazar nuestra valiosa vida.

♦ Posteriormente hacer una lista de las cosas que tenemos y las que quisiéramos mejorar (fortalezas y debilidades, habilidades y destrezas)

♦ Hacer un Proyecto Moral consigo mismos, es decir, poner en marcha un Plan piloto que consiste en tres vectores:

1.- Hechos (que son nuestros argumentos, ésto tiene que ver con la parte cognitiva), qué tanto nos conocemos y qué tanto conocemos de aquello que queremos cambiar. Aquí entra el razonamiento analítico.

2.- Valores (Esto tiene que ver con nuestros sentimientos), qué tipo de valores (intrínsecos y extrínsecos), poseo y cuáles valores me gustaría potenciar para lograr mi proyecto con éxito.

3.- Deberes (Esto tiene que ver con la acción, con las deliberaciones y también con la toma de decisiones. Esto implica darnos cuenta cómo estoy funcionando ante la sociedad, ¿de manera heterónoma, o autónoma?.

Una vez que hayamos empezado a trabajar con este método deliberativo, será más fácil avanzar hacia nuestro conocimiento y crecimiento interior. El psicólogo o psicoterapeuta, se encargará de acompañar el proceso terapéutico, se encargará de guiarlo, de orientarlo, de confrontarlo, de espejearlo, de retroalimentarlo si fuese necesario y de facilitar la comprensión creadora momento a momento durante la sesión terapéutica, para despertar conciencia de lo que se pretende lograr, de que se entienda, se aclare en la mente y se aprenda a modificar patrones de conducta que estén impidiendo que vayamos hacia lo que es nuestro. Que aprendamos a detectar asuntos inconclusos que nos estén impidiendo ir por lo que nos pertenece y que aprendamos a cerrar ciclos de vida, soltar el pasado, dejar ir, decir adiós. Aquí la honestidad, la confianza y la constancia son herramientas vitales para el dar el gran salto cuántico hacia lo nuevo, hacia lo que es desconocido dentro de nosotros, pero que seguramente redundará en grandes beneficios no sólo para nuestra persona en particular, sino para las personas de nuestro entorno.

¿Cómo vencer el temor al cambio?

Posiblemente en un principio sintamos miedo, mucho miedo, porque no estamos acostumbrados a asomarnos hacia adentro de nosotros mismos, y es muy probable que se sienta un cierto nivel de ansiedad, esto se debe a que estamos abandonando una forma de pensar con respecto a algo, a alguien, y/o una conducta repetitiva que ya estamos dejando atrás. Es decir, estaríamos dejando atrás nuestra zona de confort, para entrar a otra zona que es la del aprendizaje nuevo, incluso a poner en marcha las bondades de nuestros sentidos físicos y nuestros sentidos internos. El temor se vence, dejándolo atrás.

Una de las cosas que ayudaría mucho en este proceso, es darnos cuenta que muchos de nuestros pensamientos son disrruptivos y están distorsionados a causa de una percepción inadecuada de nuestra mente. Producida precisamente por los miedos al cambio, por la inseguridad, por las dudas, por las pautas limitantes, por las culpas, o quizá también por la falta de valor para afrontar la realidad que estamos viviendo tal como es, sin tener que acudir al mecanismo de defensa que es la evasión. Evadir no es la mejor solución porque estaríamos posponiendo las cosas y eso nos produciría mayor estrés y mayor ansiedad. Afortunadamente la conducta es modificable, y si no te gusta la realidad que estás viviendo, pues cámbiala y listo.

Si quieres saber más sobre este tema, escríbenos a psico.mx y responderemos a la brevedad posible.

PUBLICIDAD

Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

Ver perfil
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

últimos artículos sobre coaching

PUBLICIDAD