En control

Hay tantas variables en nuestra vida que no podemos controlar, que al menos deberíamos de tratar de mantenernos a nosotros mismos en control. ¿De qué? De nuestros pensamientos

6 NOV 2014 · Lectura: min.
En control

Hay tantas variables en nuestra vida que no podemos controlar, que al menos deberíamos de tratar de mantenernos a nosotros mismos en control. ¿De qué? De nuestros pensamientos, de nuestras emociones, acciones y reacciones, de nuestras decisiones, de nuestro temperamento y de la calidad de nuestras relaciones -al menos, en la parte que nos corresponde.

Tenemos una marcada tendencia a querer controlar a los demás: queremos que nuestros padres sean perfectos, modelos a seguir, intachables, amorosos y sabios como ninguno. Que nuestra familia sea la mejor, la más amorosa y unida de todas. Que nuestra pareja piense como nosotros y haga lo que queremos, o lo que pensamos que debería de hacer. Que nuestros hijos sean nuestro clon, o peor aún, que sean lo que nosotros no pudimos llegar a ser, que sus calificaciones sean insuperables, que brillen en cada actividad, que vistan, piensen y actúen como nosotros queremos. Que nuestros amigos sean exactamente como queremos que sean y estén siempre a nuestra disposición. Que nuestros compañeros de trabajo sean eficientes, cooperadores y hasta nuestros cómplices de nuestra ineptitud, y que nuestro jefe sea generoso, comprensivo y claro. Que nuestros empleados o subordinados sean leales, entregados, comprometidos e incansables. Que nuestros líderes religiosos sean la perfección y la pureza andando y que nuestros líderes políticos sean responsables, inteligentes, generosos y honestos, y que amen a la patria.

Qué maravilloso sería esto. Pero en la mayoría de los casos no es así. Las personas que forman parte de nuestro entorno y de nuestra vida son como son. Muchas veces hacen o dicen cosas por las que nos sentimos lastimados, enojados, frustrados, agredidos e incluso humillados. ¿Qué hacemos ante esto? Actuamos en relación a lo que sentimos, a las expectativas frustradas, a nuestro nivel de inconformidad y, muy frecuentemente, reaccionamos visceralmente.

¿Dónde queda aquello que nos constituye como seres humanos, como seres pensantes que somos? Estamos demasiado acostumbrados a reaccionar, a tener ataques de diarrea verbal y emocional, a justificar nuestras palabras y acciones destructivas e irascibles, a ser las víctimas de alguien o de alguna situación. Dejemos de poner pretextos para no tomar nuestra vida y decisiones en nuestras manos. ¡Basta de esperar que los demás sean como queremos o 'necesitamos' que sean! ¿Por qué no empezamos por controlarnos a nosotros mismos?

Todos tenemos el derecho de ser como somos, porque nacimos libres. Tenemos libertad de elección, de pensamiento, de credo, de expresión, de asociación, y muchas otras. Sin embargo, haciendo uso de esta libertad, muchas veces afectamos negativamente a otros o a nuestro entorno en algún modo. Sucede con mucha frecuencia cuando no tenemos autodominio.

En la medida de lo posible, puedes tomar algunas acciones. Como mencioné, la primera es obsérvate a ti mismo y analiza tus pensamientos. Date cuenta en dónde te estás deteniendo y qué estás dejando de hacer, a quién le estás delegando la responsabilidad de tu vida y de la satisfacción de tus necesidades, bajo el pretexto y la forma que sea.

Observa tu entorno, tus relaciones, tus acciones, luego obsérvate a ti mismo. ¿Estás en paz? ¿Vives al menos moderadamente bien así y ahí? ¿Tienes alguna posibilidad de arreglar o mejorar las circunstancias que te rodean? ¿Alguien tiene el control de tu vida y te detiene, te humilla o te amenaza, y por el control de esa persona sobre ti no logras alcanzar tus objetivos? ¿Te agobia esta situación, te estresa, vives con ansiedad y depresión? Observa tus pensamientos y tus sensaciones corporales, ponle nombre a tus emociones, y con honestidad pregúntate qué necesitas hacer para vivir mejor, para hacer lo que necesitas y estar en paz.

No estoy sugiriendo que rompas con tus relaciones laborales, familiares o de pareja. Sólo hazlo si después de un profundo escrutinio de ti mismo y de la situación así lo decides. Piensa en qué puedes hacer diferente, desde un lugar de mayor consciencia en tus pensamientos, en lo que observas de los demás y en ti mismo.

¿Reaccionas con violencia o con sumisión ante el control o las acciones de los demás? ¿Te angustias por todo lo que pasa en el entorno? ¿Te enganchas fácilmente en situaciones en las que no puedes tener el control? ¿Te peleas con alguien porque piensa diferente a ti, porque le va a un partido político diferente o porque no hace lo que 'debería de hacer'? ¿Realmente ganas algo con esto? ¿La persona en cuestión, o el entorno va a cambiar sólo porque tú así lo deseas?

Mi propuesta es, en el tema de las relaciones con los demás, que luego de observarte y de reconocer tus propias necesidades, dialogues sin agresión, y quizá así logres algo positivo, buscando un ganar-ganar. Si ya habiéndolo intentado no puedes lograrlo porque esa persona es agresiva, no le interesa, te obstaculiza o no te respeta ni te permite crecer, entonces piensa, analiza, y toma la mejor decisión que puedas para ti.

Quizá esto implique hacer cambios en tu vida. Si es así, planea los pasos que vas a dar –busca un nuevo empleo sin dejar aún el que ahora tienes, despide a tu empleado si no cumple con los objetivos, prepárate estudiando algo que te pueda generar ingresos, busca la ayuda que necesites, entrénate para volar por ti mismo y finalmente, atrévete a hacerlo. Dando los pasos bien pensados, es más fácil lograrlo.

Si se trata de alguna acción que tú mismo haces en contra tuya, o algo que deberías hacer y no estás haciendo para poder vivir mejor, igualmente obsérvate y recuerda que tú decides sobre tu vida, y decide y actúa con plena responsabilidad. Tú puedes tener el control de tu vida, si así lo elijes. ¡Deja de poner pretextos!

El autodominio es una de las claves del éxito en tu vida. Mantén tu mente, tus acciones, tus palabras y decisiones en control, porque en realidad, es lo único que puedes controlar. Cuando lo logres, te vas a dar cuenta de la seguridad que esto te genera y de la dirección que le puedes dar a tu propia vida.

PUBLICIDAD

Escrito por

Psict. Margie Bonnet Compiani

Consulta a nuestros mejores especialistas en
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

últimos artículos sobre consejos para usuarios

PUBLICIDAD