Violencia intrafamiliar: el agresor

El maltratador tiene una baja autoestima, una gran necesidad de reconocimiento y desahoga sus complejos haciendo sentir inferior a la persona con la que convive.

22 SEP 2016 · Lectura: min.
Violencia intrafamiliar: el agresor

*Este es el primer artículo de tres sobre la violencia intrafamiliar.

En los casos de un problema tan delicado como lo es la violencia intrafamiliar está claro quién es la que necesita más apoyo y atención por haber sido violentada dentro de la relación de concubinato o matrimonial: la víctima.

Pero es necesario voltear la mirada hacia la contraparte: el agresor. En ocasiones nos preguntamos si tiene algún trastorno, si tiene ira acumulada, angustia o rabia sin razón.

De acuerdo con el Informe de la ONU sobre Violencia contra las mujeres y las niñas, el 35 por ciento de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental. Además, las mujeres que sufren violencia física o sexual por parte de su compañero sentimental presentan tasas más altas de depresión y más posibilidades de tener un aborto o de contraer el VIH que las que no sufren esta violencia. Por eso, la generalización: en los casos de violencia intrafamiliar son las mujeres las víctimas y los hombres, los maltratadores.  

Características del maltratador

Partimos de la premisa de que el agresor es el único y total responsable de la violencia ejercida dentro de la familia.

Lo primero que detectamos en la personalidad de éste, es una gran carencia de autoestima y seguridad puesto que necesita sentirse por encima de su pareja, es decir, sentirse superior, para poder paliar sus carencias.

Aunque parezca un hombre fuerte y con carácter resulta ser todo lo contrario. Alguien que tiene estas cualidades no tiene que demostrarlas haciendo sentir inferior a la gente que se encuentra a su alrededor porque estos atributos saltan a la vista sin necesidad de menospreciar a nadie de ninguna manera.

Otra de las características que posee el agresor es una gran necesidad de reconocimiento. Es habitual que hable de sí mismo y de todas las cosas que es capaz de hacer, y cuando se da cuenta de que no tiene esas capacidades, entonces se frustra y con eso se siente mucho más inferior que los demás y por este motivo se puede volver agresivo.

En algún momento sienten que lo único que se encuentra bajo su control es su pareja, sobre todo si ésta es sumisa. Con ella desahogan sus complejos y frustraciones en forma de manipulación, dominio, celos y por último, violencia.

No en todos los casos, pero sí en algunos, el maltratador viene de un hogar donde se ha sufrido violencia, entonces éste sigue el mismo camino de su progenitor, el de los golpes.

El consumo de alcohol y otras drogas no son el motivo principal de una agresión, como pueden poner de pretexto algunos agresores, esto solo potencia el uso de la violencia contra su pareja, pero no es la causa.

Las 4 fases del maltrato

La violencia en una relación de pareja es un ciclo que se va repitiendo tantas veces como maltratador y víctima mantengan su relación de codependencia y se divide en cuatro fases cuya duración puede ser variable:

1. Calma

La situación es "idílica". Hay entendimiento, la relación fluye de manera normal y "correcta", según el punto de vista del maltratador. No hay nada que altere el ritmo que él mismo ha impuesto. 

2. Tensión

El agresor se siente cuestionado o agredido por su víctima. Ésta comete un "error", se sale del guión de control impuesto y comienzan las tensiones. La víctima tiene la tendencia a calmar al agresor complaciéndolo o limitando sus opiniones y actuaciones para no romper con la calma. La tensión se manifiesta con sarcasmos, ira, indiferencia, silencios, peticiones que a la víctima no siempre le parecen necesarias o lógicas y se desestabiliza. También hay justificaciones para el comportamiento del agresor. 

Él puede decir que ella lo "provoca" con su comportamiento y ella justifica sus menosprecios porque es muy "pasional" o "me quiere demasiado y no sabe demostrarlo".

3. Explosión

La tensión se descarga en forma de agresiones físicas, psicológicas y/o sexuales. La víctima sigue justificando a su agresor porque "está muy estresado" y le da tiempo para que reflexione y cambie. Hablamos de discusiones con insultos que pueden terminan en cachetadas y/o golpes. La culpa juega un papel muy importante en esta fase: ella se siente culpable por haber "provocado" a su agresor y él se siente culpable porque "no quería reaccionar así pero me vi obligado".

En esta fase muchas víctimas ponen una denuncia judicial contra su agresor.

4. Luna de miel

El agresor compensa a su víctima, básicamente con promesas de cambio y atenciones exageradas para evitar que ella lo deje. Sale a flote la codependencia que mantiene viva la relación. La amabilidad del agresor pasa por mejorar no solo la relación con su pareja e hijos sino también con familiares y amigos para que la convenzan de que todo cambiará y mejorará. En este fase muchas víctimas vuelven con su agresor y retiran cualquier denuncia presentada. 

Esta fase va desapareciendo paulatinamente para dar lugar, de nuevo, a la fase de calma. Lamentablemente, las fases de tensión y agresión se van sucediendo cada vez con más violencia. 

¿Pueden reconducir su vida?

El primer paso que debe seguir para poder intentar recuperase es aceptar que tiene un grave problema.

Para poder cambiar su actitud y no ejercer este tipo de violencia sin sentido, al agresor le deben quedar claras muchas cosas. Lo primero que debe intentar entender es que la conducta violenta no se hereda genéticamente, ésta, en todos los casos, se aprende.

Lo que sigue es decidirse a tomar una terapia psicológica para que puedan controlar, como punto importante, su ira, luego su afán de control, también sus excesivos celos.

No estamos hablando de que mágicamente luego de la terapia el agresor va a cambiar, es un proceso largo y lento. Además, tendrá que superar el hecho de que, en la mayoría de las ocasiones, sus parejas los dejen, por obvias razones. Entonces uno de los objetivos fundamentales de tomar terapia sería para prevenir la violencia en posteriores relaciones.

Deben tener claro que el hecho de haber atentado físicamente en contra de una persona, y más grave aún, si esa persona es la que, en teoría, más quieren, tiene consecuencias. No se trata de conseguir el perdón, sino lograr la rehabilitación para que el sujeto pueda tener una vida libre del ejercicio de la violencia.

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Comentarios 2
  • Vanessa Hernández

    Es duro darse cuenta de que quién ejerce violencia eres tú. Es importante tomar acción estando consciente, y de verdad querer un cambio. No nos damos cuenta que salgamos una vida ajena, y lo más importante, la nuestra. Debemos trabajar muy duro, ¡No más violencia!

  • Adriana Ramírez

    Así es ...todo efectivamente es así.

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