¡Me robaron la Navidad!

Quitarle a un niño la magia de su fe en la navidad, es como negarle su derecho a ejercer su propia imaginación. Mas tarde será un adulto incrédulo, amargo, triste y enfermo.

31 DIC 2018 · Lectura: min.
¡Me robaron la Navidad!

Las tragedias silenciosas a veces suelen presentarse en casa cuando vemos a un niño desarrollarse en estados emocionales devastadores como la falta de fe, la falta de confianza, la falta de seguridad, la falta de compromiso, la falta de responsabilidad, pero sobre todo la falta de ilusión, sobre todo si es época de navidad, son niños vacíos y con estados emocionales en verdad muy lamentables, porque esa orfandad emocional, esos vacíos existenciales, no desaparecen cuando el niño crece, sino que van con él a lo largo del tiempo, los lleva guardados en las alforjas del inconsciente y repercuten de alguna manera cuando ya se es adulto.

Para algunas personas tal vez sea difícil creer que todo lo que hicimos o nos sucedió en el pasado, afecta nuestro presente, pero sería absurdo ignorar esta idea, pues toda acción tiene una reacción y toda actitud tiene sus consecuencias. Por lo tanto, el pasado si contribuye de manera enorme en la persona que somos hoy. Y el pasado sólo nos serviría de referencia aquí y ahora para cambiar el presente, si no nos gusta la realidad que estamos viviendo, podemos cambiarla, afortunadamente la conducta es modificable.

Una máxima frase muy conocida del Dr. Carl Gustav Jung, (Médico Psiquiatra y Psicólogo Espiritual Suizo 1875–1961)

La fantasía es tanto sentir como pensar: es tan intuitiva como perceptiva

¿A qué se refería el Dr. Jung cuando dijo esto? Se refería a que no es tan malo tener fantasías, pero no someterse a ellas. Los niños que fueron ayer, se durmieron en la esperanza de ver llegar a Santa Claus entrando por la chimenea de sus casas. Muchos tuvimos la dicha de irnos temprano a la cama a dormir, pero no sin antes revisar que nuestras cartitas a Santa, se quedaran bien dispuestas, esperando bajo el árbol de navidad. Muchos fuimos los niños privilegiados de antaño que dejamos para Santa un detalle en un rincón, el mejor regalo para él, un dibujo coloreado con mucho amor, ramitas de hierbabuena, o ramitas de naranjo en flor y florecitas silvestres, o una cartita de amor adentro de un zapato. Era tan grande y tan sublime la inocencia, vestida de gala en nochebuena con su hidalgo derecho excelso a ejercer la más pura y hermosa imaginación.

Fe, luz, alegría, voluntad, paz, amor y esperanza en el corazón de los niños que viven esa dulce fantasía que formará parte de sus más bellos recuerdos. La magia del espíritu navideño es el mejor regalo que trae felicidad a las almas infantiles y una dulce sonrisa íntima del que espera ilusionado, porque trae consigo una huella imborrable en su cerebro que se activa cada año para revivir las experiencias cumbre de dicha y felicidad.

¿Pero qué pasa en los adultos que tuvieron su infancia frustrada?

Herencia ancestral donde no hubo espacio para guardar una ilusión, y donde la ilusión era considerada una necia fantasía. Niños que carecieron de redes neuronales asociadas con la navidad, niños poco estimulados y poco motivados para ser niños sanos, niños libres, niños con sueños de tul color ilusión. Abuelos y padres que nunca estuvieron emocionalmente disponibles para creer en la navidad ni en el día de reyes: "¡Santa Claus no existe!"…¡No existe la navidad!.. ¡Ni existen los Reyes Magos! –gritaba alguien por allí- "Yo fui educada por una madre que no cree en esas cosas y desde pequeña me enseñó "su verdad" sobre la navidad, dijo que todo era producto de la mercadotecnia y de las vendimias, que era pura sacadera de dinero, pero ¿Sabe qué? –continuó llorando- Dentro de esa realidad aplastante que me enseñó mi madre, yo siempre supe en el fondo de mi corazón, que los niños que vivían esa fantasía, eran más felices que yo. Siempre supe que el día que supieran la verdad se iban a sentir frustrados, pero quizá sólo por un tiempo, pero al final comprenderían que sus padres sólo querían que mantuvieran viva la ilusión infantil y su alegría propia de la niñez, quizá eso ayudaría a que fueran adultos felices, cosa que yo no lo puedo ser hoy que es navidad, yo no tengo esos recuerdos en mi mente –Nunca tuve un regalo, ni me dieron nunca un abrazo, nunca me dijeron un "te quiero", ni me permitieron conocer al niño Dios… ¡Esas son tonterías!, -escuchaba como una sentencia- mientras que un nudo como muro aprisionaba mi garganta cada navidad, donde veía morir hasta mu última esperanza, ¿Porqué otros niños sí podían celebrar la navidad, y yo no? ¿Por qué otros niños recibían regalos y tenían su cena de navidad mientras que yo sola en la oscuridad sedante de mi cuarto miraba el cielo parada descalza en mi ventana?

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Preguntas y más preguntas que quizá se quedaron sin respuesta para una adulta con la infancia frustrada. ¿Qué puede enseñarle ahora a sus propios hijos?, ¿Qué explicación va a darles hoy que quiere vivir, amar y sentir en su hogar el espíritu de la navidad, pero le dejaron muerto el corazón? ¿De qué forma resurgir de entre las cenizas como el Ave Fénix?...¡Si es posible!, porque imaginar es empezar a crear y lo que empiezas a creer, lo empiezas a crear. La fantasía es una forma de pensar, de percibir, y si lo intuyes es porque ya lo empiezas a sentir en tu corazón, es como darle vida adentro de tu corazón y que la ilusión empiece a florecer en tu alma. A eso se refería el Dr. Carl Gustav Jung, a la bondad de nuestra magia propia, y que todos los seres humanos tenemos el poder de hacer que las cosas sucedan a través de la imaginación y la fe. El candor hermoso de toda inspiración viene del alma.

El alma es la mensajera, crea milagros dentro de ti porque tú eres amor, pero sólo si tú quieres. Creer entonces es crear y si tú prefieres no creer, no creas la magia, creas las dudas, los miedos, los conflictos emocionales, las inseguridades, la falta de confianza, la baja autoestima… y empiezas a depender de otros para ser feliz, porque tú no te crees capaz de ser feliz por ti mismo(a), ni te crees capaz de inspirar a otros, ni de merecer nada de otros… ¡Tienes miedo de crear lo que para ti es desconocido!, pero te animarás cuando te des cuenta de que tienes derecho a creer y a crear no sólo la navidad en tu corazón, sino el amor mismo del niño Jesús en todos los arcos fuertes de tu alma que es inmortal.

Hoy quizá te encuentras sola(o) y triste porque te robaron la navidad, te la saquearon cuando eras niña(o), nunca te enseñaron a creer que los milagros existen cuando existe la fe y se robustece la esperanza con sólo cerrar los ojos y ser feliz al escuchar tu voz interior, los villancicos, el sonido de las aves que levantan su vuelo, las campanas de una iglesia, el canto hermoso del sereno de la noche, el aroma del cielo que baja por la colina, la sonrisa de los niños, la mirada profunda de los viejos, el aroma de las flores, el rocío de la mañana, el danzar de las hojas movidas por el viento, una suave melodía, una profunda oración, un sol radiante de místico esplendor… ¡Alégrate, hoy es Navidad!, hoy ha nacido en ti el redentor, hoy repicarán por ti las campanas de tu lumisial interior, hoy tocarás las puertas de tu propio cielo y bucearás en las profundidades de tu propio océano de armonía celestial… ¡Hoy ha nacido el Niño Dios en tu corazón!, ¡Feliz Navidad y un próspero progreso en tu crecimiento interior!

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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