¡Ya te habías ido, cuando te fuiste de mí!

Estar pero no estar en las relaciones de pareja,equivale a mostrar un marcado desinterés ¿Y luego te quejas cuando tu pareja te deja? ¡Ponte en su lugar y modifica tu conducta! Busca ayuda.

10 JUL 2018 · Lectura: min.
¡Ya te habías ido, cuando te fuiste de mí!

Qué triste la realidad que viven algunas parejas que ya de por sí, son disfuncionales en todo sentido, pues su incompatibilidad de caracteres les hace ser casi como el agua y el aceite que por más que le revuelvan no puede compactarse. Así son esas parejas que por más que quieren, no pueden entenderse ni complementarse, pero lo más triste es que tampoco quieren aceptarlo y prefieren hacer como que "no pasa nada" porque temen separarse, divorciarse y atrás de esas conductas, se esconden muchos miedos: Al qué dirán, al qué pasará o qué sucederá, etc.

La dinámica de estas relaciones tan tóxicas y dañinas, no siempre se puede cambiar, precisamente porque no existe interés de modificar conductas en ninguno de los dos, o cuando uno quiere el otro no quiere, y si uno cambia, el otro parece no darse ni cuenta convirtiéndose casi en una ofensa: "Por más que me esfuerzo en ser amable y arreglarme, mi marido ni voltea a verme", "Le puedo pasar desnuda por enfrente y ni cuenta se da", "Por más dinero que llevo a la casa, nada es suficiente para mi mujer", "Entre más me agacho más enseño", "Es por demás, no logro que me entienda ni se interese por mí", "No me quiere, ya no le gusto, ya se cansó de mí."

¿Cuántas veces escuchamos esas expresiones tan dolorosas? ¡Muchas!, y sin embargo nadie hace nada por cambiarlas, por modificarlas, por poner más de su parte y tratar por lo menos de identificar los detonantes, las razones, los motivos o causas que les llevaron a esos estados emocionales tan lamentables. Buscar alternativas de solución ya sería un gran paso, pero ninguno de los dos quiere ceder, ¿Así cómo pues? ¿En qué parte del camino se perdieron?

La pareja parece no darse cuenta que existen infinidad de conductas tóxicas que pueden corregirse para sanar la relación, como por ejemplo, ese afán de querer manipularse y controlarse siempre, se agregan supuestos que tal vez ni existen, se celan enfermizamente, se pelean, se gritan, se mienten, se agreden, se golpean emocionalmente (y a veces hasta físicamente), y se faltan al respeto desmesuradamente, y en el peor de los casos, hasta se ignoran y acuden al chantaje emocional para hacer sentir mal al otro y dejan de hablarle como si esa fuera la mejor solución. ¡Aquí ya sobran las lamentaciones inútiles!

Llegar a esos grados tan elevados de cohesión social e incompatibilidad de caracteres tan abrupto, ya pone de manifiesto un problema muy grave que atender clínicamente. ¿Qué motivos tendríamos para permanecer en una relación tan tóxica?, ¿Porqué esa terquedad vencida a nuestro favor, de que no nos conviene conservar a esa persona que nos resulta tan densa, tan tensa y tan perjudicial para nuestra salud física, mental y espiritual?, ¿Acaso es tan importante para ti, seguirle invirtiendo a esa relación?, puf… ¡Ni que valiera tanto la pena!

Una relación que supuestamente era por amor, se convierte en una mera relación de puras necesidades, o mejor dicho, se convierte en una relación de puras necedades. La mujer ya no le habla a su señor esposo porque se siente ofendida, agredida, lastimada, humillada, limitada y anulada. Y por el otro lado, está el hombre que no quiere soltar a su mujer porque seguramente le aporta quizá algún beneficio de carácter sexual, económico, social, familiar, etc. El hombre no está dispuesto a reconocer que en esa relación ya ninguno de los dos tiene nada que hacer, porque sólo están, ¡Pero ya no están!.

Sin embargo, el problema no termina allí, lo más difícil viene cuando a los hijos los convierten en el peor pretexto para no hacer nada: "Es que yo no puedo divorciarme por mis hijos", "Es que mis hijos no tienen porqué sufrir las consecuencias", "Es que mis hijos no tienen porqué andar rodando teniendo su casa", "Es que yo no voy a permitir que me quite a mis hijos", o lo más cómodo: "Si te vas, agarra tus tiliches y te me largas pero solita, que mis hijos se quedan conmigo en esta casa"… En fin… ¿Así por las buenas?, ¡Ni qué hablar!, ambos prefieren quedarse y seguir aguantando patanería y media, pero amar más no quiere decir que tenemos que aguantar más.

¿Qué hacer?, reflexionar profundamente, poner límites y buscar ayuda de un profesional de la salud mental, para que ambos puedan orientarse hacia a la mejor solución posible sin que nadie salga lastimado o por lo menos no tan dañado. ¿Qué sentido tiene seguir en esa franca zona de confort que por temor no nos permitimos movernos hacia ningún lado o por miedo no hacemos nada?

¡Rompe viejos paradigmas, modifica tu sistema de creencias, cambia esos esquemas mentales caducos, viejos, rancios y atrévete a ser feliz! . Hey… ¡Respira y piensa! Con tu pareja o sin ella, tienes derecho a decirle SI a tu valiosa vida, y por favor, nunca olvides que de ti depende, hasta dónde quieres llegar. Si tú lo crees, lo creas, y como dijo el Dr. Sigmund Freud (Padre del psicoanálisis) "Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad, pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza", y también de toda inspiración. ¿Necesitas algo más para entender cuánto vales como ser humano?.

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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Comentarios 1
  • Tania Beltrán

    Muy cierto la necedad es el peor enemigo, el no reconocer y aceptar, aprendí a ser feliz y a disfrutar cada minuto de mi vida sin depender de alguien. Muchas gracias.

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