¡La prisión de los miedos!

El miedo es un pensamiento insano, intruso e imaginario que nos impide hacer muchas cosas. Se alimenta de nuestra energía y nos quita el valor. Si no sabes cómo manejarlo, acude a terapia.

13 ABR 2018 · Lectura: min.
¡La prisión de los miedos!

Hay una frase muy conocida en el mundo de las letras, que dice: "No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte: Teme al miedo". Su autor fue un poeta y erudito italiano llamado Giacomo Liopardi (1798-1837). Sabias palabras reflexivas, porque el que padece de miedos funciona desde tres premisas: Peleas contra el miedo, o huyes y evades, o de plano te bloqueas y quedas congelado. Veamos:

El miedo nos impide hacer muchas cosas, dejamos de hacerlas. Luchar contra esa emoción tan negativa llamada miedo, es obligarnos a conocer los sentimientos que esa emoción nos genera. El miedo nos hace sentir nerviosos, asustados, alterados anímicamente inseguros, preocupados, desconcertados, llenos de angustia, de temor, de terror y hasta de pánico.

Los miedos pueden ser infundados, irreales, absurdos e imaginarios, porque el miedo como tal, no existe, no es, no tiene vida propia ni un origen real de algo o alguien derivado que lo sustente, somos nosotros los seres humanos quienes alimentamos con nuestra energía ese esquema mental o formas de pensar distorsionadas, equivocadas, erróneas, y nos atemoriza porque le ponemos atención, le damos importancia, valor, poder, y el miedo entonces cobra vida en nuestros pensamientos. ¡Nos paraliza!

Es obvio que entre más importancia, atención y poder le demos a los miedos, más cantidad de energía nos consumirán, porque de eso principalmente se alimentan y toman forma ¡Son vampiros emocionales! Nos desgastan, nos limitan y nos anulan, nos vuelven frágiles, endebles, quebradizos, temerosos, desconfiados y puf… nos desubican, nos desestabilizan emocionalmente y nos confunden, no sabemos cómo funcionar en ningún terreno: Ni familiar, ni laboral, ni Social, ni Escolar o Académico, o incluso, ni siquiera afectivamente.

Y esto último es muy común hoy en día, pues si se tratase de hablar sobre los miedos de abrirnos afectivamente y confiar plenamente en algo o en alguien, siempre descubriremos que en nuestra mente mal disciplinada, se presenta un razonamiento analítico distorsionado y atormentado por el miedo: "¿Y qué tal si yo no soy la persona adecuada?" "¿Y qué tal si me pone los cuernos?", "¿Y qué tal si sólo busca burlarse de mí?", "Y qué tal si no puedo decirle todo lo que yo quiero?", o "¿Y si sólo quiere utilizarme?", "¿Y qué tal si me hace fraude de sentimientos?. Y preferimos cerrarnos a toda posibilidad, es como si nos estuvieramos protegiendo de algo que todavía no sucede… ¡Por favor!

Todo esto se trata de puros mecanismos de defensa del Yo que se siente amenazado, pero ¿Y qué tal si vencemos el miedo y nos atrevemos a enfrentarlo?. En la prisión de los miedos, es el carcelero el que tiene las llaves para salir de la prisión ¿Cierto?, entonces ¿Quién crees que sea el carcelero? Por supuesto: El Yo, el Mí mismo, el Sí mismo, el Self o Ego que vive dentro de nuestra mente infiel y auto-saboteada miserablemente por los miedos.

Los conflictos emocionales inconscientes, son por lo general las fuentes de donde proviene el temor y se plantea la posibilidad de que la ansiedad sea su mayor detonante ¿Pero porqué la ansiedad?, pues porque cuando nos alteramos ante cualquier pensamiento intrusivo que nos pone en alerta novedad, o alerta percepción o nos está haciendo sentir que estamos corriendo mucho riesgo, se involucran las funciones del sistema nervioso central, poniendo a nuestras emociones fuera de control… ¡Nos gana y nos atrapa el miedo!, temblamos desde la cabeza hasta los pies y hasta nos rechinan los dientes, un sudor helado recorre nuestro cuerpo y se nubla la razón, bloqueándonos toda el área del entendimiento.

¿Temor a qué?, puede ser a muchas cosas: A perder, a no tener, a soltar, a dejar ir, a quedarnos sin nada, a ser abandonados, a no tener la razón, a no saber cómo hacer o lograr las cosas, temor a no ser comprendidos, a quedar mal, temor a equivocarnos, al qué dirán o qué pasará o qué sucederá, temor a lo que ya pasó, a lo que está pasando o a lo que todavía a lo mejor ni pasa, o temor simplemente a lo desconocido. Pero no siempre logramos identificar esas variantes porque el mismo miedo se convierte en un constante auto-boicot. Es como un salteador en medio del camino, se nos atraviesa cuando menos lo esperamos y nos impide continuar nuestro camino… ¡Nos asalta sin piedad!

Entonces, ¿Qué hacer para salir de la prisión de los miedos?. En primer lugar darte cuenta cómo te están manipulando. Darte cuenta de qué manera estás contribuyendo para robustecerlos día a día sin saber que son tus propios enemigos ocultos. Pensamientos intrusos que no tienes ninguna necesidad de darles cabida ni hospedaje en tu mente, porqué te están robando y ocupando espacio y se están apoderando de tu voluntad, de tu preciosa energía y de tu valiosa vida.

Si no sabes cómo manejar todos esos esquemas mentales tan delicados que generan tus miedos, acude a un profesional de la salud mental, para que aprendas a controlar tus emociones y no que tus emociones te sigan controlando a ti. ¿Quieres intentarlo?.

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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Comentarios 2
  • Adrián Toledano

    Gracias por el contenido.

  • Guillermo Perez Rochin

    Mis errores cometidos en mi vida los atribuyo a estos miedos.

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