Cómo afecta la mamitis aguda en relaciones de pareja

Uno de los mayores problemas en la pareja se debe a una patología muy especial: La Mamitis Aguda, y ésta no es posible erradicarla si no se tiene claro qué implica, a qué se debe o en qué consiste esta enfermedad psicológica, que aparentemente no repercute de manera significativa en la convivencia o relación de la pareja, pero que poco a poco va deteriorándola.

Según la Dra. Diane Papalia, experta en el Desarrollo Humano, explica en su libro del mismo nombre, de la novena edición, que las principales influencias de una persona son: La herencia, el ambiente y la maduración.

La dotación genética heredada de los padres biológicos de una persona en la concepción, es la principal influencia. Otras influencias provienen en buena parte del ambiente interno y externo, el mundo fuera del yo, que empieza en el útero materno, y el aprendizaje que proviene de las experiencias de vida. La Dra. Papalia nos dice que todas estas influencias de la infancia y la niñez, parecen estar vinculadas a la maduración del cuerpo y también del cerebro humano, y que es precisamente eso, el despliegue de una secuencia natural de cambios físicos y patrones de conducta y sus reacciones emocionales.

¿Por qué una persona resulta diferente a otra? Dado que el desarrollo humano y psicológico es complejo y los factores que lo afectan no siempre pueden medirse con precisión, o incluso ser descubiertos. Los científicos no pueden dar una respuesta completa a esta pregunta. Sin embargo, han aprendido mucho acerca de lo que necesitan las personas para desarrollarse normalmente, la forma en que reaccionan a las diversas influencias sobre y dentro de ellas y cómo pueden satisfacer mejor su potencial.

En este marco, es importante darnos cuenta que algunas personas al llegar a la edad adulta, no siempre se conducen como adultos ni con una maduración óptima, sino que siguen desarrollando un tipo de apego enfermizo, anormal o patológico hacia la familia, principalmente hacia la madre que es la que ejerce mayor impacto de influencia. No quiero decir con esto, que a la madre no se le deba amar, respetar y considerar como figura central de todo ser humano, pero sí darnos cuenta hasta dónde poner límites para destetarse.

La falta de madurez emocional en algunas personas, es el detonante más común cuando sus relaciones fallan, principalmente las relaciones de pareja.

La mujer inmadura no puede dejar de depender de su mamá para todo, no sabe cómo funcionar sin ella, no puede tomar decisiones ni hacer nada sin consultarlo con su mamá, ni se atreve a ir al supermercado o a la estética sin hacerse acompañar de su mamá: "Vamos a comer con mi mamá", "Mi mamá nos va a acompañar", "Le dejo los niños a mi mamá", "¡Espera!, deja ver qué dice mi mamá", "Es que no sé si a mi mamá le va a gustar esto o no", "Es que yo no puedo hacerle esto a mi mamá porque ella nos ayuda mucho", "Es que yo no sé qué haría sin mi mamá".

Y por su parte el hombre inmaduro reacciona emocionalmente como un niño, se le olvida que ya es un adulto e igual, necesita la aprobación y la aceptación de su madre para todo. Le habla por teléfono con bastante frecuencia, la consulta todo el tiempo, la convierte en su mayor prioridad, le sigue cubriendo sus gastos, la sigue considerando su cuidadora y sobreprotectora, incluso anteponiéndola ante su propia esposa y obvio esto causa alteraciones, y lo peor de todo es que hay casos en que cuando el hijo no le consulta algo a su madre, es la misma madre la que se molesta, llegando al grado de reclamarle o chantajearle emocionalmente: "Es que ya no me quieres" "Es que ya no te importo", "Es que ya no me necesitas" "Es que ya no me ayudas", "Es que soy tu madre yo te parí", o en el último de los casos: "Toda la vida voy a ser tu madre, no se te olvide"…

Detrás de todas estas conductas, existen muchos miedos: Miedo a arriesgarse al cambio, miedo a enfrentarse a la responsabilidad, miedo a madurar a tener que hacerse cargo de su persona y de su pequeña familia, miedo a conducirse de manera independiente como un hombre sólido, seguro, capaz de tomar decisiones inteligentes. Miedo a equivocarse, miedo a fracasar, miedo al qué dirán, miedo al miedo, puf… Y el hombre en tales circunstancias, no sólo muestra ser un puberto inmaduro, sino un niño grosero, malcriado y consentido que está todavía muy lejos de madurar, que encima de todo se victimiza, agrede y se desquita con su mujer: "Es que tú no me entiendes", "Es que eres una egoísta", "Es que no te voy a perdonar nunca que trates así a mi mamá", "Es que tú quién te has creído", "Es que tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer", Etc. Sátiras palabras hirientes que deterioran más y más la relación.

Para todo hay un momento en la vida. Tiempos para vivir de sueños color de rosa o tul ilusión, pero la vida no es tan color de rosa como nos lo enseñaron de niños. Son tiempos de crecer y madurar interiormente, haciéndonos cargo de nuestra persona y nuestras responsabilidades, si es que de verdad queremos tener una estabilidad emocional en nuestras relaciones de pareja madura, sólida y responsable.

¿No sabes cómo conducirte de manera madura?, acude a terapia, encuentra tu propio cauce, aprende a emanciparte de todos los lazos que te atan al pasado de tu inmadurez, pero recuerda que todo proceso de maduración y desarrollo involucra pérdidas, pero también ganancias en todo sentido. Tu familia merece toda la consideración y respeto, pero debes empezar por ti mismo primero.

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