Ni vivir instalados en el pasado ni soñar con el futuro
Vivir anclado en el pasado es tan inconveniente como pasarse el tiempo soñando con un futuro ideal. El presente es hoy y aquí.
Muchas personas tienen la tendencia a convertir su pasado en su presente, es decir, que hablan continuamente de lo que sucedió en un pasado perfecto o en un problema que no quedó resuelto, y se olvidan de aprovechar las oportunidades que tienen hoy y aquí. Son personas que se resisten a aceptar que algo ya pasó y es imposible retroceder el reloj o que consideran que una decisión mal tomada es la causante de sus problemas actuales
Es importante tener claro que hay conductas, comportamientos y actitudes que podemos modificar para alcanzar nuestros objetivos y seguir adelante, y que existen otras que, definitivamente, no están bajo nuestro control porque dependen de circunstancias ajenas o de otras personas. El tiempo es uno de ellos: no está en nuestras manos poder retrocederlo o adelantarlo
El pasado pasó
El pasado reúne nuestras experiencias, vivencias y decisiones (acertadas o equivocadas). El pasado ya pasó. Sin embargo, a veces resulta difícil de aceptar porque condiciona nuestro presente o porque nos "tortura" con recuerdos que preferimos borrar.
¿En qué momento el "pasado" se convierte en un problema? En el momento en que nos aferramos a él como un salvavidas o como un látigo (para atormentarnos con recuerdos que nos hacen daño). Si el pasado es un lastre que cargas y te paraliza, entonces puedes estar obstaculizando tu propio presente y tu visión de futuro. El miedo a vivir, a afrontar los problemas y a entender que hay factores inciertos, que no podemos controlar, es el denominador común en las personas que se aferran a su pasado y se niegan a salir de ahí.
¿Se pueden aceptar los cambios de la vida?
Claro que sí. Lo primero es aceptar que estamos "aquí y ahora" con todos sus pro y sus contra y que depende de nosotros modificar ciertos pensamientos o actitudes que nos impiden cumplir con nuestras metas.
1. Todo cambia. El cambio es inevitable, el tiempo corre y trae consigo nuevas personas, situaciones y problemáticas. Hay que afrontarlas en la medida que se vayan presentando sin añorar "tiempos pasados mejores", porque cada momento de la vida tiene sus prioridades. Como bien decía Heráclito: "nadie se baña dos veces en el mismo río", porque ni las aguas ni nosotros somos los mismos.
2. El cambio es deseable. Ni anclarse en el pasado es positivo ni un futuro perfecto es posible. Así como decíamos que el cambio es inevitable, también tenemos que aceptar que es deseable. La monotonía puede ser angustiante. Si tienes claras tus prioridades presentes, ahora es momento de planificar un futuro con metas realistas y alcanzables y dar pasos de forma metódica para alcanzarlas. ¿Que te equivocarás? ¡Claro que sí! ¡Es parte del aprendizaje!
3. Hay cambios drásticos e inesperados. Son quizás los que más nos remueven y nos generan inestabilidad. La muerte de un ser querido, un divorcio, una mudanza, un cambio de trabajo nos obligan a replantearlos muchos de nuestros objetivos y nuestra realidad. Es aquí donde se pone más a prueba nuestra capacidad de soltar el pasado y asumir nuestro presente.
Cualquier cambio implica una pérdida: lo que era ya no es y las pérdidas duelen. De manera que resistirse al paso del tiempo, seguir aferrado al pasado es una manera de negarnos el dolor y no asumirlo.
La otra cara de la moneda de los cambios es que generan nuevas situaciones, nuevas personas en nuestra vida y debemos estar abiertos para recibir ese futuro que se va abriendo en nuestro presente.
El futuro lo construyes desde ya
Dicen por ahí que la ansiedad es exceso de futuro, la depresión es exceso de pasado y el estrés es exceso de presente. Aunque se simplifique bastante el origen de cada trastorno, la frase no es del todo equivocada. Una persona que se instala en el futuro (imaginándolo perfecto o nefasto) sin vivir plenamente el presente, puede caer un estado de ansiedad, que no le permite disfrutar su día a día y, lo que puede ser peor, no le permite tomar decisiones para cumplir sus metas.
Valorar y aprovechar el presente debería ser fórmula suficiente para disfrutar lo que tenemos e ir proyectando lo que queremos; pero para muchas personas la incertidumbre de lo que "sucederá mañana" es una verdadera tortura. Como dice el autor Pere Rovira "ya que es casi imposible la ausencia de proyectos de futuro, al menos que se gestionen desde una realidad serena y capaz de aceptar las sorpresas y las incertidumbre que la acompañen."
Ahora bien, quienes añaden miedo desproporcionado a su incertidumbre, pueden padecer de "ansiedad anticipatoria". Para ellos, el futuro está lleno de inseguridades, problemas y dudas. Estas personas sufren de "intolerancia ante la incertidumbre", no admiten que no se pueda tener el control absoluto de lo que va a suceder y consideran que hay múltiples amenazas que ponen en riesgo su estabilidad. Se "preparan" en exceso para tener bien "amarrado" su futuro en ámbitos que puedan controlar (ahorros, pensión por ejemplo) pero no lidian bien con los imprevistos que se presentan en el camino.
Al igual que sucede con algunas personas que se quedan instaladas en el pasado, estas personas no toleran muy bien los cambios y por ende, no disfrutan los procesos, sino que quieren llegar pronto a la meta.
Las informaciones publicadas por Psico.mx no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. Psico.mx no hace apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
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Excelente trabajo, los felicito.