En una pareja que discute, ¿Quién debe ceder?

Discusión en la relación de pareja no es sana cuando se tiene la razón. ¿Cómo puedo ayudar a mi pareja?, ¡Cediendo con humildad!, reconocer que es todo lo que puede hacer con lo que tiene.

27 JUL 2018 · Lectura: min.
En una pareja que discute, ¿Quién debe ceder?

Desde la cuna hasta la tumba, el hombre aprende todo lo que ve, lo que huele, lo que escucha, lo que toca, lo que gusta con sus labios, porque sus cinco sentidos, son las bases primarias de exploración del conocimiento, y con justa razón dice una máxima por allí que el individuo es producto de su medio, porque él mismo termina aprendiendo a interactuar, también con y por imitación. ¿Con quién interactúa primero?, ¡Con la familia!, allí es donde absorbe y aprende los patrones conductuales de sus primeros formadores, o tutores de su desarrollo humano.

Pero el problema mayor de los vínculos sociales posteriores, es cuando todos quieren y creen tener la razón, y por cualquier tontada se enfrascan en debates grotescos (por no decir groseros), se agreden con sátiras palabras hirientes, se golpean emocionalmente sin piedad: "No loco tú estás mal", "No compa, me va a perdonar pero el que anda más perdido que un jocoque es usted", o… "Ni le digan ya nada a ese wey, que por una oreja le entra y le sale todo por la otra", y en el peor de los casos aprietan los puños con furia: "No pos' véngase pa' afuerita y aquí nos la partimos", y terminan agarrándose a golpes como si fueran animales. ¡Una forma muy arcaica de arreglar las situaciones!

¿Cuál es la necesidad entonces de querer tener siempre la razón?, No quieren entender algunas personas, que la violencia genera más violencia, y que no siempre es inteligente seguirle el rollo o el juego al otro.

Otro ejemplo: En una pareja que se ama, pero que discute mucho, ¿Quién debe ceder?, por supuesto que el que debe ceder es el que tiene la razón, ¿Porqué? Porque se supone que ve las cosas con más objetividad porque está "más cuerdo", más sano mentalmente que el otro que no entiende y ve las cosas de manera distorsionada y que por más que le expliquen las cosas, ni con manzanas ni con palitos va a entender, y con una persona tan cerrada de cabeza no se puede negociar ni llegar a ningún acuerdo. Entonces si continúan discutiendo le están faltando el respeto no sólo a la persona inmadura y absurda que tienen a su lado, sino también al amor que ambos se profesan.

Las relación de pareja es sin lugar a dudas, la relación más importante en la vida de todo individuo, al igual que la relación que este pudiera tener con su familia y sería ilógico no mostrar por lo menos respeto que es índice de sana tolerancia en este tipo de relaciones humanas, donde el amor se vuelve un factor tan difícil de entender y conservar cuando se ven involucradas las diferentes formas de pensar, de sentir y de actuar, y más… ¡Cuando no se tiene control sobre los pensamientos, sentimientos y emociones!

Al no saber cómo actuar, ni cómo funcionar no sólo en la relación de pareja sino en cualquier otro terreno, nos enfrentamos a un riesgo bio-psico-social, donde se podría perder, hogar, familia, pareja, hijos, trabajo, confianza, seguridad y nos enfrentaríamos incluso al peligro mayor de perder hasta nuestra propia identidad y el sentido de vivir, es decir, caeríamos en el charco de la autocompasión, de la miseria humana, de la enajenación que nos haría vivir lo que no queremos ni somos. ¿Qué hacer entonces?. Cambiar la actitud, cambiar la postura de ver la vida, modificar conductas, limpiar la lente empañada de nuestra visión y nuestra conciencia enferma por tanta amarga reacción, sanar nuestra mentalidad o razón atormentada, entumecida por la incapacidad o la ignorancia.

Se requiere entonces una buena dosis de humildad, para entender que no podemos dar al otro lo que no poseemos, o lo que es peor, no podemos ni debemos exigirle al otro lo que nosotros mismos no somos capaces de dar. ¡Sería absurdo! ¿verdad?.

¿Porqué no construir entonces un puente entre el cerebro y el corazón, donde la congruencia sea la más elevada de todas las maestras de nuestra vida, aquella que nos enseñe que debe haber un sentido común para nuestra valiosa vida, una lógica entre lo que pensamos, sentimos y hacemos para no confundirnos o desalentarnos. Casi siempre es más fácil tirar la toalla y salir corriendo, como lo hacen con mucha frecuencia los cobardes que no quieren aprender, que no quieren crecer, que no quieren madurar, que no quieren confrontar ni afrontar las consecuencias de sus actos, y luego se quejan de que les fue muy mal en el amor, y que todas sus relaciones de pareja son un desastre y devastados por su propio desaliento vuelven una y otra y varias veces a los brazos de su propia soledad.

¿Cuál es tu necesidad de tener siempre la razón? ¿De quién es esa necesidad, de quién la aprendiste? y ¿Porqué y para qué quieres tener siempre la razón?. Si no sabes responderte estas preguntas, acude a terapia, tu psicólogo de confianza te facilitará la comprensión creadora que te lleve por lo menos a acariciar el más elevado de todos tus sueños o ideales que siempre has deseado alcanzar, ¡Pero con los pies en la tierra y el corazón en paz!

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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