¿Qué hacer si tengo un resentimiento hacia mi gato?
Mi hermano encontró un gato el día de la final de la Copa del Mundo de Brasil 2014 y lo adoptó.
Lo llevó a casa y desde entonces vive con nosotros. Nunca habíamos tenido gato, así que a mi madre le disgustaba al principio, por lo que el felino solo dormía en mi cuarto (y eso que mi hermano fue el que lo trajo).
De inmediato el gato (que al parecer había sufrido con sus anteriores dueños porque llegó escuálido y tímido) se volvió cercano a mí. Si yo estaba echado en mi cama, se subía, si me sentaba frente a mi ordenador, se sentaba en mis piernas, todo iba genial hasta que empezó a defecar en las madrugadas.
Yo le daba de comer a horas exactas para que cuando defecara, lo hiciera en horas que yo pudiera limpiar (al inicio no había arena) y por ende, no verme afectado por el mal olor. Pero de un momento a otro comenzó a ser sucio, desobediente y de a pocos la paciencia se me agotó y un día lo agarré del cuello y lo lancé contra la cortina. No sé como interpretó el escarmiento, pero siguió igual y una madrugada se cagó y empezó a maullar como obligándome a despertar. En mi amargura por ese episodio lo agarré a cachetadas y de forma repentina me detuve porque me dije: "Si sigo, lo voy a matar".
Con esto, yo le dije a mi hermano que no cuidaría más al animal y desde entonces él se encargó de hacerlo dormir con él. La cuestión es que no odiaba al gato, solo ya no quería encargarme de sus necesidades, pero este, al parecer, me empezó a temer por mis arranques violentos y me huía cuando intentaba acariciarlo, lo que a veces resultaba en intentos de arañazos de su parte, lo que una vez me desató porque me dejó un rasguño grande en el brazo. Lo sacudí un par de veces y cuando volví en mí, me sorprendí.
Trato de evitarlo, pero cada vez que lo veo como que me siento como Homero Simpson cuando quiere ahorcar a Bart, más no lo hago porque sé que es un ser vivo como yo.