¿Por qué cuesta tanto perdonar la infidelidad?

El eje principal de toda relación es la confianza, y cuando esta se rompe, se pierde el respeto y el cariño llevándonos a la desolación. Si es tu caso, acude a terapia a la brevedad posible.

12 MAR 2018 · Lectura: min.
¿Por qué cuesta tanto perdonar la infidelidad?

El eje principal o central de toda relación está constituido por ese factor o condimento indispensable que llamamos confianza, y cuando ésta no existe, o se daña o se rompe, se pierde el respeto, se pierde la lealtad, se pierde el cariño y se pierde todo. Los afectos se fracturan, en verdad se dañan, se enferman, se trastornan por tan amarga reacción.

Un ejemplo: supongamos que la confianza es como un jarrón de porcelana preciosa, que cuando se rompe ya nada será igual. Puedes tratar de unir todos los pedacitos con un pegamento fino, puedes reconstruir el jarrón cuidadosamente y puedes hasta lijarlo y maquillarlo con un poco de pintura para que no se noten las fracturas… ¡Pero los remiendos y fisuras siempre se notarán, ya nada quedará nunca igual!

Lo mismo sucede con la infidelidad en las parejas, y las directrices para establecer cualquier impresión diagnóstica al respecto, apunta hacia dos factores principales que son las cargas genéticas y las ambientales del individuo infiel.

Se dice que el individuo es producto de su medio, pero eso no exime la responsabilidad de que también se trate de una tara hereditaria. Una persona no nace infiel, se hace infiel según los condicionamientos de su medio, de su entorno o sus compuestos de ADN, o podrían ser las dos cosas juntas.

Existen muchas formas de ser infiel, pero las dos más comunes son: la infidelidad física y la infidelidad emocional

La infidelidad física

Ocurre cuando alguien te pone los cuernos como se dice coloquialmente. "Se acuesta con tu mejor amiga(o)", "Lo (a) viste muy abrazadito(a) con otra(o)", "Está saliendo con otra persona, teniendo un compromiso contigo", "Lo(a) vieron entrando al cine o al antro, muy agarradito(a) de la mano con otra(o) etc.,

Es decir, te está siendo infiel físicamente y luego vuelve contigo como si nada hubiera pasado, preguntas y lo niega, expones tu duda y se queda callado o se hace el enojado y se defiende diciéndote que lo estás ofendiendo, haciéndote sentir culpable… 

La infidelidad emocional

La segunda obedece a una infidelidad emocional o del pensamiento. Se puede ser infiel con la mente, porque también los pensamientos producen sentimientos y los sentimientos generan emociones. Entonces, la persona puede tener su relación sentimental establecida con su pareja, está con ella, pero no está, porque su pensamiento, su sentimiento y su emoción está lejos de allí, es decir: Está solamente su cuerpo físico, "el bulto", pero está pensando en otra persona, le interesa otra persona y lo hace muy evidente con su lejanía emocional: "No le pone atención", "No escucha lo que le dice", "Está clavado en el celular", "No aparta la vista del WhatsApp", "No suelta el aparatito ni para irse a duchar" "Está ido, anda en las nubes", "Aterriza ya por favor"…¡Jelou! ¿Vive alguien allí?". Puf, ¿De qué te dan ganas?

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En tales circunstancias no sería difícil adivinar de qué se trata o qué puede pasar: surgen los celos, los reclamos, las dudas, la ira, la tristeza, el desánimo, los pleitos, los altercados, la discusión, la impotencia y a veces hasta la depresión, etc., no le da ganas de hacer nada, ya no confía en nada ni en nadie, ya no cree en las explicaciones que le dan, perdió la alegría, está tensa(o), densa(o), amarga(o) huraña(o) y desconfiada(o), irritada(o) malhumorada(o) y francamente angustiada(o)

Atrás de todas esas conductas se esconden muchos miedos:

  • A quedarse sola(o)
  • Al qué dirán
  • Al qué pasará o sucederá después
  • A volver a confiar en alguien más
  • A que la(o) vuelvan a traicionar o engañar
  • A seguir siendo un objeto, un trapo, un mueble, una "cosa"
  • A volverse a equivocar.

A la gente le cuesta mucho trabajo perdonar y entender que nadie le pertenece a nadie y que tampoco nada nos pertenece para siempre: Ni la pareja, ni los padres, ni los hijos, ni los hermanos, ni la familia, ni nada…

Todo es prestado por un corto tiempo porque sólo estamos de paso por esta vida. Cuando llegamos a este mundo no veníamos con nadie, y cuando nos toque regresar, tampoco nos podrá acompañar nadie, entonces ¿cuál es la necesidad de aferrarse o apegarse tanto a las cosas o a ese ser que acompaña a nuestra alma y que creemos que tanto nos falló? ¿Cuál es la verdadera razón? ¿Porqué nos cuesta tanto perdonar y entender a la persona que nos falló?, o ¿Realmente nos falló a nosotros primero?, ¿Quién soy yo para juzgar y condenar actos ajenos? ¿Será que necesito elaborar mis excesos? ¿Será que necesito aprender a ponerme en el lugar de los demás?

Acudir a terapia ayudará enormemente a clarificar todos esos conceptos y pre-conceptos, algunos sinceros pero equivocados y de paso, ayudará a potenciar todas las capacidades que subyacen dormidas en el inconsciente, ayudará a afilar todas esas herramientas que necesitamos para funcionar óptimamente ante tantas vicisitudes del cotidiano vivir, sin tener que depender tanto de otros, para ser feliz.

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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