Cómo superar un trauma de mi niñez (10 consejos)

Las huellas de una infancia infeliz no se borran solas, permanecen a lo largo de la vida adulta en diferentes formas que nos afectan y en ocasiones son difíciles de relacionar con el trauma.

30 MAR 2020 · Lectura: min.
Cómo superar un trauma de mi niñez (10 consejos)

La buena noticia es que no estamos obligados a llevar esa carga como una marca a fuego. La mayoría de las veces podemos mejorar la manera en la que convivimos con nuestro pasado significativamente.

Dejar atrás el pasado traumático requiere siempre de un trabajo consciente de la persona afectada.

10 consejos para superar los traumas de la infancia

  • El pasado no tiene la culpa de todo. Una actitud cómoda es pensar que si ese evento traumático no hubiera sucedido hoy seríamos personas felices y completas. Ante esta situación lo que queda es cruzarnos de brazos y esperar que la vida pase. Aquello que nos robó la infancia decretó una adultez llena de dificultades y sombras como un destino inalterable. 
  • Suelta las falsas premisas. Entender que hemos llegado hasta aquí con todo lo que somos: lo bueno y lo malo, esto último más presente en la mayoría de los casos. Tomar la decisión de que no somos esclavos de nuestro pasado sino de las decisiones que no tomamos. 
  • Reflexiona sobre lo que te afecta. Generalmente los traumas de la niñez desarrollan dificultades en la gestión de las emociones. Sin embargo no necesariamente aquellas personas que han sido víctimas de violencia o abusos en la infancia -por citar algunos ejemplos traumáticos graves- llegan a la edad adulta con trastornos mentales severos, como podría esperarse.

  • Encuentra la causa. No podemos pensar de antemano que un problema emocional o de conducta se deba a la mala manera en que nos trataba nuestro padre o madre o a ese evento que nos persigue constantemente. Quizá la causa resida en una actitud pesimista ante la vida que surgió de una ficción creada por nuestra cabeza.
  • Aléjate de las personas ligadas al pasado traumático. Esta decisión no es sencilla, porque generalmente las personas que tienen que ver con nuestro pasado son la propia familia, de la que es casi imposible separarse. Nuestras sociedades basan sus pilares en esta institución, siendo un apoyo afectivo y socio económico vital. 
  • Limita las visitas a esas personas o lugares que nos han hecho daño. Reservar los encuentros familiares a fechas específicas y no mantener una relación enfermiza con aquellos que nos amargan el presente. Construir la propia familia y establecer límites claros entre este nuevo núcleo y el otro materno donde habita el trauma.

  • Establece vínculos con el presente. Mantener relaciones con gente nueva, es decir vínculos creados en la adultez, ayuda a dejar de lado recuerdos traumáticos recurrentes que determinan nuestra cotidianidad. Enfocar nuestra mente en el aquí y ahora es una práctica consciente que nos mantiene con los pies en la tierra y con la atención en las cuestiones del presente.
  • Cuídate física y emocionalmente. Los traumas de la niñez pueden hacernos perder la confianza en nosotros mismos y desarrollar una autoestima completamente devastada, a veces de manera inconsciente. Aquel maltrato sufrido en la infancia se traduce en un auto maltrato. Cumplimos el rol de la víctima copiando aquel lugar en que nos posicionaron en el pasado. Para cortar este maltrato es necesario pensar en el propio bienestar, sentir que nos merecemos tratarnos bien: cuidando la alimentación, el vestido, la higiene personal y el sueño.
  • Resignifica el pasado. Los pensamientos nunca son objetivos. Están ligados a emociones que acompañan los hechos recordados. Tanto es así que los recuerdos de la primera infancia evocan estados emocionales fugaces, olores, colores, lugares que recortan los hechos y los borran tal cual ocurrieron. Nuestros recuerdos cambian con el paso del tiempo y dependen del estado emocional en que nos encontramos al evocarlos. Ciertos recuerdos dolorosos quizá no lo fueron tanto como una experiencia real sino que han sido permanentemente asociados a estados de ánimo negativos.
  • Busca ayuda profesional. Poner en evidencia el trauma es el primer paso para resolverlo. Cuando ponemos en palabras el problema, alguien desconocido que nos escucha puede establecer relaciones en nuestro discurso que a nosotros se nos pasan por alto, por el simple hecho de estar inmersos en un pensamiento traumático fijo durante muchos años.

Son muchas las terapias efectivas para superar un trauma de la niñez: el Psicoanálisis, la terapia Cognitivo Conductual, la terapia Sistémica, la Gestalt, la Hipnosis  y la terapia Sensorio motriz.

No es necesario que vayas de psicólogo en psicólogo probando cuál es la que te conviene. Un buen profesional revisará tu historia para encontrar juntos las mejores estrategias para abordar tu trauma.

Por último, está demostrado que la técnica EMDR (desensibilización y reprocesamiento de los movimientos oculares) es de las más eficaces en el abordaje y resolución de eventos traumáticos del pasado, ya que trabaja con los recuerdos y las creencias que hemos construido en la edad temprana y determinan nuestra edad adulta.

 

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