Terapia infantil, las angustias de los padres

Es muy frecuente que los padres busquen terapia para sus hijos, porque los padres harían casi cualquier cosa por su prole.

6 MAR 2019 · Lectura: min.
Terapia infantil, las angustias de los padres

Una de las causas que perturban la armonía familiar con cierta frecuencia, ocurre cuando los infantes empiezan a mostrar síntomas que van de la desobediencia, tristeza, aislamiento, bajo rendimiento escolar, agresión, incontinencia urinaria y/o fecal, quizás cambios conductuales en la escuela y otros casos que les van quitando el sueño a los padres. Primero ellos intentan arreglar la situación, para luego concluir que sus afanes han sido inefectivos y deben buscar apoyo profesional, eso vamos a tratar en este escrito.

Primero algunas premisas

Los niños en forma natural y silvestre están diseñados para crecer y desarrollarse y alcanzar la excelencia en forma espontánea y así como los elefantes crecen todo lo que pueden, los árboles lo mismo, tienen todas las ramas que pueden tener, las hojas, flores y frutos que pueden tener, obteniendo los nutrientes de la tierra, así los infantes están destinados a la excelencia física, mental y relacional... a menos que algo se los impida, esto es predecible y esperable.

Los niños en el vientre materno crecen y se desarrollan naturalmente pues poseen la confianza biológica (ver Humberto Maturana) de que van a ser bien esperados, bien recibidos, bien amados, bien alimentados, bien protegidos, bien cuidados y cuando no perciben estas condiciones desde el vientre materno, dejan de crecer y pueden terminar abortados o nacer muy precariamente, escuálidamente... Los bebés, aunque sean bien cuidados y bien alimentados, si no reciben amor están en una posición tan desfavorable que literalmente pueden morir a causa de esta falencia. Este es un fenómeno humano.

Cuando los bebés no obtienen lo que biológicamente la vida les prometió, Maturana dice que "pierden la Inocencia" pues algunos son literalmente desechados, otros maltratados o lastimados físicamente.

El jardín o contexto donde los niños crecen y se desarrollan es pues el hogar. En un hogar estable, cálido y amoroso no desarrollan síntomas. Esta es la razón por la cual yo nunca trabajo solo con los niños, siempre en compañía de los padres y con mucha frecuencia solo con los padres. Así podemos revisar cómo el contexto ha generado la emergencia de los síntomas que preocupan a los padres, y que han resultado en una vida indeseable o infeliz para sus hijos y cómo encontrar formas de ayudar indirectamente al pequeño.

Los niños son 50% carne, sangre y espíritu de cada padre, normalmente provienen de un evento de intenso y mutuo amor de los progenitores. Por lo que no les hace bien escuchar que alguien hable mal de uno de ellos pues aunque su cerebro es aún tierno e inmaduro les afecta en su cuerpecito como una agresión a un 50% de su integridad y hay que protegerlos de estos comentarios.

Los niños nos perciben como unos seres grandotes, protectores, amorosos, fuertes, sabios y todopoderosos, nos perciben como si fuéramos Dioses y ellos quieren ser como sus padres. 

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Los niños no son adultos chiquitos, no pueden (aunque así parezca ) aún procesar con lógicas y razonamientos (ello vendrá después).   Su  mundo y trabajo normal es LA IMAGINACIÓN, EL JUEGO Y LA FANTASÍA... y se dedican a ello con frecuencia y esmero.

Los niños necesitan ver que sus padres de vez en cuando se tomen de la mano, se abracen, se besen y de manera cómplice se escondan un poco a disfrutar su intimidad. Eso los mantiene ocupados en su trabajo natural: la imaginación, el juego y la fantasía.

Cuando los niños perciben desarmonía entre sus padres, miradas matonas, indiferencias, desvalidaciones , desprecios, descalificaciones, empujones, golpes, gritos y más cosas, ellos sin entender cómo es que eso está ocurriendo, se asustan y dejan de jugar. E inicia el desfile de síntomas.

Los niños no son causa de los desazones y pleitos de sus padres y no tienen la capacidad de resolverlos, son víctimas impotentes de las tormentas que presencian... De hecho, los niños no pidieron nacer y necesitan y merecen protección y cuidados.

Dado que su cerebrito está inmaduro aún, no pueden procesar lo que ocurre y con cierta frecuencia asumen la responsabilidad de lo que ocurre: "es porque me he portado mal"; "es porque he sido desobediente";  "es porque he fallado en X o Y"

Y como saben que los padres harían cualquier cosa por ellos, pues inician a presentar síntomas ya que saben que con sus síntomas sus papis dejaran de pelear para enfocarse en ellos y así a más grande el problema pues más graves los síntomas de tal suerte que pueden llegar a enfermarse e ir al hospital pues así los papis dejarán de pelear y se ocuparán de los críos.

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Eventualmente, al regresar la armonía parental los niños pueden sanar y regresar a casa, sin embargo si las dificultades parentales persisten, el hijo ya tiene la fórmula y la utiliza para rescatar la relación de los padres, aprendió a autosacrificarse para recuperar la armonía conyugal.

Ya tendrán una idea sobre qué hay que cambiar en la relación conyugal para proteger a los nenes, en la siguiente publicación exploraremos y ampliaremos las formas de protección a los inocentes y vulnerables reacomodando el contexto que los ha enfermado y para hacer esto no es necesaria la presencia del niño en el consultorio.

Saludos,

Javier Payán

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Escrito por

Psicólogos San Nicolás

Psicólogo con grado de Maestría en psicoterapia breve orientada en soluciones y especializado en terapia breve e hipnosis clínica ericksoniana. Experiencia de años de ejercicio profesional, atendiendo en un amplio rango de dolencias emocionales. Sus tratamientos pueden incluir un proceso de liberación de emociones.

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