¿Secuestraron tus pensamientos? ¡Libérate!
Sentirte atrapado en tus pensamientos obsesivos y enfermizos, te lleva a la enajenación mental, te incapacita para tomar decisiones inteligentes, ¡Libérate!, ¡Aprende a seleccionar lo sano!
Hablar de secuestros son palabras mayores, y es urgente para ir más profundo a lo que conocemos como: "Bloqueo de pensamientos cautivos en la mente y de sentimientos y emociones fijados en el corazón", más en la mujer que no puede por más que quiere, deshacerse de esas ansiedades obsesivas y enfermizas de su razón atormentada que le impide ser feliz, aún teniendo motivos suficientes para serlo.
Trascender cualquier circunstancia dolorosa de la vida, implica estar dispuestos a la auto-observación, es decir, convertirnos en observadores y observados al mismo tiempo, y analizar el problema para darnos cuenta de cómo nos manejan los pensamientos negativos, y modificar esos esquemas mentales que nos producen dolor y sufrimiento.
Obvio que no es grato para nadie estar sufriendo, aguantar esa monserga diaria de estar girando sobre el mismo círculo vicioso, soportando cargas emocionales tan pesadas que no encuentran la salida, o la puerta de escape para liberar los pensamientos intrusivos, convertidos en obsesión malsana en la mente de quien ya no puede controlar.
La mente es como un burro, no entiende de razones, ni está dispuesta a dejarse domar, y cuando se siente observada se esconde del observador, que vendría siendo la voluntad de auto-observación del ser humano que se atreve valiente a enfrentar sus pensamientos más ocultos, lacerantes y aberrantes que le desajustan emocionalmente y no sabe a veces ni cómo sobrellevar su valiosa vida.
En tales circunstancias, no sabemos cómo funcionar en ningún terreno de la vida. Esos estados emocionales incapacitantes, nos impiden tomar decisiones inteligentes. Una mujer por ejemplo, enamorada y mal correspondida que tuvo que terminar su relación por incompatibilidad de caracteres, falta de respeto, de atención, de integración, vicios, malos tratos, errores del compañero que no está dispuesto a reconocerlos, ni dialogarlos abiertamente, ella sabe que si permite todas esas infracciones contra su dignidad, se convertirá en víctima principal de quien sólo la quiere utilizar, manipular y manejar a su antojo. Lógicamente esa mujer se sentirá decepcionada, frustrada, denigrada, limitada y anulada en lo más íntimo de su ser, y por ningún motivo estará ya dispuesta a perder su tiempo con aquel hombre que no la entiende, ni la atiende, ni la comprende, ni la valora, ni la ama, ni la respeta ni nada.
Ese tipo de mujeres, cortan su relación por seguridad más que nada, pero no cortan radicalmente sus sentimientos; ellas siguen esperanzadas que el hombre cambiará y las buscará algún día, aunque ese milagro quizá nunca llegue.
Pero, ¿Qué pasa cuando cortamos una relación por no acceder a pretensiones ventajosas, ilusas, deshonestas, cínicas, burdas, y seguimos pensando en ese hombre, como si fuese el único hombre del mundo? Ya no estamos a su lado, decidimos retirarnos porque nos lastimó, pero seguimos pensando en él. Él sigue siendo el protagonista de nuestros pensamientos, no podemos o no queremos olvidarlo, no podemos borrarlo de la mente, ni sacarlo del corazón, nos tiene atrapadas, presas, cautivas, perdidas en la razón dolida. Nos sentimos vencidas, acabadas, destrozadas, devaluadas, encerradas en un callejón sin salida, o en un cuarto oscuro donde no podemos ver nada, y por más que arañemos las paredes, no encontramos el swicht para volver a encender la luz y encontrar la puerta de emergencia y de salida.
Qué triste resulta vivir cautivas(os) de un pensamiento o de un sentimiento o de una emoción. Es horrible pensar que ya no hay nada ni nadie a nuestro alrededor que venga a salvarnos del sufrimiento, es como una adicción pensar que el amor ya se acabó, que la luz ya se apagó para siempre, que ya no habrá otra oportunidad para volver a amar a nadie más.
¿Por qué tenemos que permitir ese tipo de pensamientos intrusos en nuestro interior saqueando vulgarmente la energía, la fuerza, y la inspiración del corazón? ¿Por qué tenemos que admitir casi a la fuerza, como si fuese un credo, esa fidelidad tan íntima a quien no lo merece?. ¿Porqué no observar primero el estado tan lamentable en que nos encontramos?
Limitarse es anularse dicen, y en una cárcel, es el carcelero quien tiene las llaves para abrir las rejas de la prisión ¿verdad? No hay peor lucha entonces, que la que no se hace, y si no lo intentamos, jamás sabremos de lo que somos capaces de lograr.
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