El arte de escuchar

Anthony de Mello decía: "El diálogo es el alma de toda relación". Desgraciadamente, los obstáculos al diálogo son muchos, pero son pocos los que los superan.

12 OCT 2015 · Lectura: min.
El arte de escuchar

Habremos dado un gran paso si, ante todo, hablamos menos y escuchamos más, y nos abstengamos de pretender saber de antemano de qué está hablando el otro y qué es lo que el otro desea, y no reaccionemos en función de lo que suponemos que el otro está diciendo, ni demos por supuesto que sabemos de lo qué el otro está hablando, ni demos nuestra propia interpretación a las palabras del otro; pero, por desgracia frecuentemente ni siquiera oímos lo que el otro esta diciendo. (Mello 1998).

Como psicoterapeutas se nos instruye en la teoría psicológica que vamos a seguir y en las técnicas inmersas en ésta, para desarrollar un buen trabajo como tales; sin embargo muchas veces se olvida la parte más importante, desde mi punto de vista, que es el saber escuchar.

La sintonía de escuchar con atención

No existe habilidad, en la psicoterapia, más importante que la sintonía, ya que ésta es la forma más profunda de saber escuchar con atención.

Estar en sintonía significa que el terapeuta hace a un lado el enfoque de sí mismo y vuelve toda su atención en la persona que le habla. Es olvidarse por completo de agendas, citas, pensamientos, imágenes y de forma consiente se concentra en el consultante y en lo que éste le está diciendo. (Levine 2008).

En esta misma dirección Friedman (2005) manifiesta "comienzo por aquietar mi mente y dirigir mi total atención hacía la persona a la cual estoy escuchando."[1]

Cuando el terapeuta entra en esta sintonía, se deshace de juicios y de ideas preconcebidas que lejos de ayudar, le estorban para tener una mayor claridad y comprensión de lo que el otro le está compartiendo desde su vivencia.

La sintonía no sólo es escuchar por escuchar, sino captar lo que el consultante dice, cuando no dice nada verbalmente, es decir, prestar mucha atención a la entonación, emoción, sensación, sentimiento, y cómo son sentidos corporalmente, es encontrar lo que se encuentra detrás, adelante, o alrededor de las palabras que persona pronuncia.

Hay que interesarse, no ser interesado

El psicoterapeuta debe mostrarle al consultante, y sobre todo por él como persona, un interés genuino y sincero por todo aquello que dice de forma verbal, paraverbal y no verbal en la conversación.

Y en este sentido el terapeuta debe centrar su escucha y dirigirla para comprender las vivencias y significados que se general de las interacciones que tiene el consultante dentro de su contexto familiar, laboral, social, escolar, cultural, etc. Y cuando se logra esa comprensión de la vivencia se puede expresar de un modo útil, a fin de que el consultante sienta que está siendo escuchado de verdad (Moreno 2007).

Referente a este punto, es importante ver que algunos autores coinciden en la importancia de estar atento a "todo" lo que el consultante dice, cómo lo dice y cómo lo vive en su aquí-ahora, en este espacio-tiempo que es el marco de su vivencia. "El terapeuta debe atender no sólo las palabras del cliente, sino también cómo lo dice y cómo el cliente lo está viviendo justo en ese momento. Estos significados se observan en la cara, cuerpo, voz gestos de la persona, teniendo un panorama más amplio que sólo verbalmente."[2]

Aquí surge una pregunta ¿Cómo sabe el psicoterapeuta que en verdad está escuchando lo que el consultante dice o expresa?, y la respuesta sería: si lo que escucha lo comprende; y cómo sabe si está comprendiendo.

Friedman (2005) propone un concepto que se llama escucha experiencial, el cual es el resultado de la unión de "el reflejo de sentimientos" de Carl Rogers y "l el método experiencial" de Gendlin. Él dice que "la escucha experiencial es una manera empática de soporte y de no interferencia de devolverle a la persona la esencia sentida de su mensaje y checar con la persona si lo que le devuelve es de la manera correcta" [3]

Esta escucha experiencial ayuda al consultante a focalizarse, a contactar con la sensación sentida, a clarificar y articular sus procesos internos.

Para lograr esta escucha experiencial Friedman (2005) hace referencia a dos pasos que debe seguir el terapeuta:

1.- Silenciar la mente

2.- Voltear la total atención hacía la persona que está hablando[4]

Es decir, frenar las ganas del psicoterapeuta de contestarle a la persona y posponer que le diga algo al consultante desde su sentir; es tener la paciencia necesaria para que la persona sienta desde su sentir de ella, la sensación sentida y no se vea influenciada por el sentir del psicoterapeuta.

Se debe acercar al consultante de una manera amorosa, y no intervenir para modificar los significados de la persona que habla, sino para identificar lo que comunica explícita e implícitamente, hacerle saber que entendemos usando un lenguaje claro y sencillo, usando también metáforas y analogías que le resulten familiares.

Por lo tanto, cuando la persona habla y dice algo, el psicoterapeuta debe tomar con cuidado, toda la expresión y su contenido y escuchar su resonancia y regresarle palabras clave hacía la sensación sentida que ha sido comunicada. El psicoterapeuta checa con el consultante si lo que le regresó es correcto, es decir, si captó el mensaje del consultante. Si es así, permite que el orador exprese nuevas sensaciones o le ponga palabras a lo que está sintiendo en ese momento. Si no fuera así, el psicoterapeuta corregirá sus palabras e intentará de nuevo decir lo correcto.

Esta parte es muy importante porque ayuda a verificar que el mensaje que emite el consultante, con todo su contenido, lo ha comprendido el terapeuta de tal forma que la vivencia y la sensación sentida del consultante sea cada vez más clara.

Escuchar con el corazón

Un corazón que es escuchado con atención y comprensión, es alentado a vivir. El Terapeuta que escucha con el corazón ayuda al consultante a que ponga en palabras esa sensación sentida corporalmente, lo ayuda a que lo identifique y cuando eso ocurre, hay una energía liberadora que experimenta el consultante que se traduce en alivio y paz para su cuerpo y su alma.

El psicoterapeuta debe enviar al consultante el mensaje "Estoy aquí para escucharte" y para escuchar todo lo que me dices con tus palabras, con tu entonación, con tu mirada, con tus gestos, con tu cuerpo, tu postura, tus silencios, tu risa, tu llanto, con todo lo que venga de ti. Sin juicios, sin críticas, sin querer interferir ni cambiar aquello que siente, para que el consultante pueda experimentar, y reconocer, no del sentir del terapeuta, sino de su propio sentir, de su propia vivencia, los sentimientos y sensaciones sentidas que vayan surgiendo.

Que el escuchar no sólo sea "algo" más que el psicoterapeuta "tenga" o "deba" hacer como parte de su trabajo; sino que se convierta en un arte y que el escuchar sea de corazón a corazón. Sea pues, el arte de escuchar un arma poderosa que anime al corazón de aquél que habla.

Referencias bibliográficas.

Mello, Anthony de, S.J. (1988). La oración de la rana. Anand (India): Editorial Sal Térrea.

Friedman, Neil. (Spring 2005). Experiential Listening. Journal of Humanistic Psychologic, Vol. 45 No. 2. p. 223

Levine T. (2008) Coaching para una vida extraordinaria. México: Panorama

Moreno, Salvador. (2007). Conversaciones que animan el corazón. Texto preparado como referencia para una conferencia en el 4º Congreso de Psicología Clínica y de Enlace. Guadalajara (México)


[1] Friedman, Neil. (Spring 2005). Experiential Listening. Journal of Humanistic Psychologic, Vol. 45 No. 2. pág 223

[2] Op cit. pág 225

[3] Op cit. pág 218

[4] Op cit. pág 223

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Escrito por

Graciela Gonzalez

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