El arte de aprender a cerrar ciclos
Cerrar ciclos de vida nos permite liberarnos del pasado, soltar apegos, aprender a vivir en el presente, y abrirnos a la experiencia, nos facilitará potenciar nuestros recursos personales.
Se terminó por fin un año que a todos nos puso a pensar muy alto y a sentir muy claro. Un año que tristemente célebre, se ha quedado marcado con huellas de dolor masivo y pérdidas biopsicosociales muy importantes en la historia de la humanidad. Un año de fuerte impacto que sacudió la conciencia humana, un año que sorprendió a todos los pueblos del mundo entero, sin hacer excepción entre débiles y poderosos.
Se fue por fin un año de colosal enseñanza pura, que nos deja quizá el mayor dolor, impotencia y frustración, pero también la mayor esperanza de nuestra cultura y el mejor aprendizaje, para volver a empezar. ¡Tenemos todos un nuevo reto ahora, y un nuevo compromiso con la objetividad!
Hay muchas formas soltar, de despedirse, de desprenderse y de decir adiós por supuesto, cuando debemos emprender un nuevo camino hacia dónde desplazar nuestra valiosa vida.
Ya enterramos a nuestros muertos, ya lloramos, ya pataleamos, ya nos dejamos vencer por nuestro propio desaliento por un tiempo, ya vivimos desconsoladamente nuestro duelo… pues bién, ¡Ha llegado el momento de reconstruirnos en todo sentido!
El Dr. Víktor Frankl, (1905-1997), Neurólogo, Psiquiatra y Filósofo austríaco, creador de la Logoterapia y del Análisis Existencial, nos habla al respecto:
"Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente –con dignidad-, ese hombre puede realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido. Por primera vez en mi vida puedo comprender el significado de las palabras:"Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita.
Sabio mensaje que nos invita a la más profunda de todas las reflexiones. No se necesitan ni siquiera palabras, nada puede alterar la fuerza del amor ni del pensamiento. No es necesario alzar la voz, ni levantar la mano para decir adiós, cuando nos ha quedado muy claro que ha llegado la hora de soltar, de despedirse, de desprenderse, de dejar fluir, de decir adiós a los viejos tiempos, a los viejos hábitos y costumbres ancestrales que nos mantienen atados al dolor, al apego, al sufrimiento, y hasta al victimismo actual por esta crisis de confianza que todos estamos padeciendo.
La aceptación
Ha llegado el momento de aceptar las cosas como son, sin mezclar sentimientos. Ha llegado la hora de cerrar asuntos inconclusos, y desatar el ancla milenaria de nuestra vieja barca, entumecida por la razón atormentada. Es momento de silencio y de respeto supremo por aquellos que se han ido hacia el silencio total. Pero el silencio es un lenguaje mudo que tiene su propio código en el alma, y aprender a cerrar ciclos con fe, dignidad y resiliencia, es el arte de soltar este mundo desesperado y abrirse a lo nuevo, es el arte de abrirse a la experiencia, tener empatía, ser congruentes y trascender hacia estratos superiores de conciencia universal.
La apertura a la experiencia, según la Teoría Centrada en la Persona del Dr. Carl Rogers, (Psicólogo humanista norteamericano 1902-1987), llamada también Tendencia Actualizante, permite a las personas poseer una aceptación positiva incondicional, aún cuando se trate de experiencias dolorosas o emociones negativas, porque cualquiera que sean las experiencias de vida, son enriquecedoras, aleccionadoras, e incluso si algunas experiencias parecieran cursos de intenso dolor, podrían ser transformadas en tropiezos de enseñanza, que nos permiten aprender a valorarnos y a amarnos a nosotros mismos.
Sabemos que todos los cambios son necesarios aunque sean a veces dolorosos. Pero si vemos las cosas de manera positiva, armónica y optimista, nos daremos cuenta de que el dolor no es tan malo como parece: Gracias al dolor aprendemos a exigir, a tocar puertas, a abrir caminos a nuestro entendimiento. Entonces como dijo Rogers: "Los factores genéticos y ambientales no determinan el comportamiento del individuo, sino la libertad que el individuo posea en la toma de sus propias decisiones".
Entender entonces que la planta no nace si la semilla no muere, nos coloca en un estado superior de conciencia. Entender que la madre sufre para que su hijo nazca, nos permite valorar esa fuerza naturalizante que da vida, y aceptar que si no valoramos nuestra vida, pues de plano, no merecemos tenerla.
Demos gracias porque en medio del dolor, la agonía, las pérdidas y la desesperación, aún podemos gozar del aire que respiramos, sentir el calor del sol acariciando nuestra frente, saciar nuestra sed con aguas de la fuente cantarina y bendecir nuestros pasos que sostiene la tierra. ¡Gracias porque aún tenemos la vida, y podemos volver a empezar! ¿Quieres mayor bendición?
Bibliografía:
Frankl, Víktor. (1991). El hombre en busca de sentido. Editorial Herder. Barcelona, España. ISBN 84-254-1101-7
Rogers, C. R. (1951) Client-Centered Therapy-. Boston, Houghton Mifflin,
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