Destino vs. Decisión: La magia de las profecías autocumplidas

¿Qué decisión tomarías si descubrieras que el destino existe y puedes observarlo para saber qué es lo que éste te depara? Luce tentador y a la vez atemorizante, interesante y aburrido, especialmente porque bajo esta lupa no hay opciones de desarrollo en ningún nivel. Una cuestión así, elimina toda posibilidad de exploración con curiosidad del mundo circundante, es como la frase popular de "no hay nada nuevo bajo el sol", donde la sorpresa no tiene lugar y las certezas gobiernan los cuerpos.

Ficción al final de cuentas, no es posible siquiera decir que esa información existe como tal. Sin embargo, el género humano no se conforma fácilmente, investigamos, hacemos conexiones entre temas e hipótesis, buscamos patrones y nos vamos al futuro, cercano o lejano para afianzarnos a algo. Nos convertimos en una suerte de profetas, inspirados por nuestras experiencias y por las de los otros, a tal punto que la profecía deja de serlo para convertirse en eso que tanto seduce: la certeza. Y a todo esto, ¿qué es lo que predecimos?, ¿cómo lo enfocamos?, ¿es adecuado? Ninguna de estas preguntas puede responderse de manera general, pero parece que hay algo en aquellos que hacen predicciones que escapa a cierta lógica, particularmente cuando lo que se profetiza va en detrimento de sí mismo.

No todo va mal si ubicamos a la predicción como una posibilidad entre tantas otras de ocurrencia, no obstante, es aquí donde hace aparición el famoso "pero", ya que todo esto se transforma al hablar de las profecías autocumplidas, anuncios que manifestamos sobre algo que irremediablemente ocurrirá y sobre lo que parece que no tenemos injerencia. Ejemplo de lo anterior es actuar con pesimismo antes de comprobar los efectos de aquello que se emprenderá o pensar que tendremos un mal resultado como consecuencia de experiencias similares, en las que aparentemente hacemos algo diferente pero siempre enfocado hacia los mismos aspectos que nos hicieron fallar. Frases comunes de esto son: "¿Para qué me esfuerzo si de todas maneras me va a ir mal?", "Voy a ir pero ya sé que me voy a aburrir", "Nadie quiere pasar tiempo conmigo", "Tú nunca vas a cambiar".

Como podemos notar, no siempre predecimos sobre nuestro actuar, también lo hacemos con el de terceros, lo que complejiza la situación.

Parte importante de la adquisición de conocimientos a lo largo de la vida es la materialización de los mismos, pero si perdemos de vista que en el presente podemos hacer diferencias relacionadas con situaciones ya experimentadas, pasaremos la vida creyendo que "hay cosas que son así", velando la manera en que tomamos decisiones, asegurando que somos receptáculos de situaciones ajenas a nosotros.

¿Qué hacer ante la profecía autocumplida? Aquí algunas sugerencias:

• Identifica si tiendes a pensar que ya sabes lo que va a ocurrir ante alguna situación determinada y detente, recuerda que nadie conoce el futuro.
• Cuando profetizas ¿lo haces de con pensamientos positivos o negativos? Pregúntate qué pasa en uno u otro caso y evalúa los beneficios que te ha traído.
• Profetizar ¿Es algo que solo tú haces? ¿Es algo común entre las personas con las que convives? Identificarlo puede ayudarte a romper patrones de conducta.
• Considera que una cosa es prevenir y otra determinar; asegúrate de que tus actos no son un autosabotaje.
• Decidir es un acto que llevamos a cabo todo el tiempo, pero, si sientes que hay otros que lo están haciendo por ti, identifica dónde quedó tu agencia personal, es decir, tu capacidad de hacerte cargo de lo propio y si requieres de apoyo, solicítalo.

Recuerda, asumir que se tiene la capacidad de ser agente activo de nuestro destino, es construirlo con libertad.

Psic. Claudia Torres S.

Terapeuta Familiar en CENPSI

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