Asertividad para terminar una relación tormentosa

Estos vínculos viven de reproches, irrespeto, desconfianza, violencias de todo tipo que comienzan en lo verbal y psicológico y en sus puntos álgidos llegan a naturalizar la agresión física.

10 DIC 2019 · Lectura: min.
Asertividad para terminar una relación tormentosa

La  primera razón por la que seguimos en una relación tormentosa, es porque este tipo de vínculos de pareja se caracterizan por ir y venir entre dos polos opuestos: no nos gusta en absoluto lo que nos lastima; pero a la vez nos amarra lo que nos genera placer. Ambos extremos se dan alternadamente y con la misma intensidad. Por eso es que luego de una pelea intensa y agobiante sigue una reconciliación a su medida. Este ir y venir impide que uno de los dos, o ambos, se detengan a reflexionar sobre el conflicto. Simplemente siguen para adelante; pero alertas a la próxima explosión, lo que a su vez alimenta el círculo.

La segunda razón por la que decidimos continuarla, es porque una relación tormentosa –siempre- se construye de a dos. Las razones por las que dos personas generan un vínculo tóxico pero inevitable van desde personalidades fuertes de ambos, o inseguridades y baja autoestima de alguno de los dos, hasta estar atravesando momentos de la vida disímiles para ambos en lo laboral o lo profesional.

 

Estas relaciones nunca son sanas para ninguno, y en general terminan rompiéndose, también, de manera tormentosa.

 

Características de una relación tormentosa

 

  • Posesiva: el control es la norma. Dónde, cómo y con quién estás a cada momento. El otro necesita saber todo sobre el ambiente en el que te mueves a diario, ya sea laboral como familiar, educativo o cualquier círculo social que frecuentes. Esto afecta todas tus relaciones sociales y genera una grieta profunda en la confianza de ambos.
  • Manipuladora: cuando uno de los dos tiene miedo a que lo dejen, amenaza con la violencia física hacia el otro, o con la autoagresión en caso de terminarse la relación.
  • Competitiva: se la pasan compitiendo para ver quién tiene la razón, quién es mejor, quién sabe más. Cada conversación es un juego de tirar a matar al otro.
  • Menospreciativa: se relaciona con la anterior. Quien se siente inferior intenta agredir al otro constantemente minimizando sus méritos, buscando atacar la autoconfianza, la autoestima y el amor propio del otro. Habla mal del trabajo, los amigos, las actividades o los gustos de la pareja.
  • Limitada: el mundo empieza y acaba en la relación. De a poco se convence al otro y a uno mismo de la autosuficiencia del vínculo, abandonando la vida social, cortando relaciones de amistad, familia o trabajo. Alimenta el mito romántico de Romeo y Julieta, es decir que sin el otro la vida no tiene sentido.
  • Conflictiva: las peleas son parte de la cotidianidad, la pareja se levanta en la mañana a la defensiva preguntándose quién dará el primer golpe.
  • Resignada: consecuencia del conflicto permanente, ambos se acostumbran a las situaciones de agresividad y se resignan a ese pan de cada día casi como un mandato del destino.
  • Deshonesta: se convierten en verdaderos espías de su pareja. Actúan como si fuera el enemigo en casa, revisando correos, redes, teléfonos celulares, buscando cualquier indicio que les habilite a ponerse en pie de guerra. Violan la privacidad de cada uno y a veces lo hacen abiertamente, para que el otro se entere y se sienta vigilado.

¿Cómo liberarme de una relación tormentosa?


Lamentablemente estas relaciones duran mientras los momentos de reconciliación y paz –que es en realidad una guerra fría a punto de estallar- sean mayoría en relación a los enfrentamientos. Mientras uno–en general la víctima- deje pasar las agresiones y las faltas de respeto, los controles y desprecios como si nada, o lo que es peor, como una característica propia de la relación de pareja; ésta durará indefinidamente.

De este torbellino emocional que arrasa con la integridad física y psicológica de la pareja se sale siempre lastimado, ya sea la víctima como el victimario.

La buena noticia es que las relaciones tormentosas no duran para siempre.  En un momento los niveles de violencia desgastan el vínculo de tal manera que lo hacen insostenible; o aparece una factor externo, que puede ser una persona que nos trata de manera amable y con respeto demostrando que sí son posibles otras maneras de vincularse.

Desnaturalizar el conflicto permanente

Este tipo de relaciones enferman a la pareja, generando un tire y afloje incesante; y el aislamiento que las caracteriza impide salir en búsqueda de ayuda externa. La perseverancia en mantenerse juntos, el deseo nunca cumplido de que las cosas cambien –a pesar o a causa de la resignación- afianza la adaptación de uno y la presión del otro. Es decir mantiene las fuerzas en equilibrio y tensión.

Es recomendable una terapia psicológica donde puedas trabajar la asertividad y la autoestima, desarrollando maneras sanas de vincularte en el plano sexo afectivo y en tus relaciones en general.

Asumir que una relación tormentosa es responsabilidad de ambos; pero también reconocer quién está lastimando a quién, y por qué. A estas parejas se les hace muy difícil sentarse a conversar –solos- de manera racional y con calma sobre la necesidad de desnaturalizar la tormenta en la que habitan. Esto es, comprender que no es inevitable ni necesario el conflicto, y tomar la decisión de vivir de otra manera,  eso sí, cada quien por su lado.

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