Aprende a gestionar la ira de manera eficaz

Lo que comienza con un berrinche o un gran enojo por motivos justificados, después puede pasar a ser motivo de vergüenza si no se gestiona la ira de manera adecuada

20 SEP 2018 · Lectura: min.
Aprende a gestionar la ira de manera eficaz

Todas las personas que estallan de manera descontrolada se ven a menudo solas, ya que nadie quiere relacionarse con ellas. Reaccionar con rabia, de manera irracional, nos ciega de las posibles soluciones, nos alteramos incluso cuando no hay situaciones de peligro.

¿Cómo gestionas tu ira? Descúbrelo en este test:

En sí misma, la ira no es del todo negativa, porque es la que se encarga de brindarnos fuerza para protegernos ante situaciones que consideramos injustas o amenazantes. Pero en ocasiones nos sobrepasa y nos alteramos cuando no es necesario. Esta emoción se ve mezclada a nivel fisiológico: pulso acelerado, taquicardia, presión alta, y respiración agitada. También las personas que están a nuestro alrededor se sienten incómodas, amedrentadas y deciden alejarse para protegerse.

Seguramente te cuestiones ¿a qué se debe esta forma de actuar?, ¿por qué las personas explotan así?, pues bien, el desencadenante es el pensamiento. Nos movemos por la emoción negativa que nos genera el ambiente o el contexto en el que nos desenvolvemos, pero la ira no es la mejor manera para comunicarnos. En medio de un ataque de ira, surgen pensamientos irracionales o desproporcionados que no ayudan a solucionar el problema de fondo.

Ahora bien, existe un vasto campo de emociones: tristeza, alegría, frustración, celos, pena. Cada problema está compuesto de diversas emociones, pero ¿por qué nos expresamos con furia? Porque sentimos que las circunstancias nos sobrepasan y necesitamos desahogarnos, sacar lo que sentimos de cualquier manera. Respirar profundo y canalizar el enojo, es la manera más sana de responder al impulso para evitar la agresividad (de la que más tarde podremos arrepentirnos)

Pon en práctica tu humor y contempla a la vida como algo divertido. Es momento que eches a andar tu imaginación. Por más que trates que esa persona o situación que tanto te molesta cambie y así hagas corajes, comprende que de nada va a servir.

Es momento que te cuestiones si realmente vale la pena el motivo por el cual estás enojado. En caso de que la respuesta sea no, busca otras alternativas y trata de resolverlo. Antes de desatar tu enfado, comienza a pensar, que a tu mente venga una tormenta de alternativas y tómalo con humor. La risa ayuda relajar el sistema nervioso y gracias a ello podrás tener otra perspectiva de tu alrededor.

De ser posible, en una hoja en blanco escribe todas aquellas ideas y alternativas. Es momento que decidas cuál es la mejor manera para que actúes la próxima vez.

Por otra parte, una vez que tengas establecidas tus alternativas, no significa que el trabajo está terminado, debes poner especial interés y tener entrenamiento constante que te garantice que a futuro vas a conseguir controlar tu ira y vas a tomar las cosas desde otra perspectiva.

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Practica la serenidad. Si no quieres experimentar enojo, procura cambiar tu vocabulario, remplaza aquellas palabras que pueden lastimar a los demás.

Trabaja tu sentido propioceptivo (sentido que informa al organismo de la posición de los músculos). Mejora tu conciencia corporal y controla tu postura. Adopta una postura corporal relajada observa tus hombros, brazos y mandíbula. Es mejor que te expreses de forma serena, pero a esta comunicación se debe acompañar de gestos moderados. También al hablar observa el tono en el qué y cómo dices las cosas. Al manifestarte de manera tranquila, tu cerebro te lo agradecerá, ya que interpretará paz y serenidad al sistema nervioso.

En caso de que la ira forme parte de tu día a día, debes iniciar la práctica de alguna técnica de relajación, por ejemplo: yoga, deporte… Cualquier ejercicio o actividad física te pueden ayudar a equilibrar tu interior.

Practica habilidades sociales. Sé más empático, recuerda que no todos somos iguales, tenemos ritmos diferentes y funcionamos de diferente forma. Discúlpate si lastimaste a alguien en tu ataque de ira. Escucha al otro, no interrumpas. 

Practica la tolerancia: Sé flexible con los puntos de vista de las demás personas. En ocasiones perdemos los estribos porque no compartimos los mismos puntos de vista que los demás, o bien, porque no logramos comprenderlos.

Apégate a la prudencia. En ocasiones te confundes y por ser irascible piensas que debes de expresar todo lo que pasa por tu mente. Ser sincero es una virtud, pero debes tener tacto a hacerlo, porque podría confundirse con una mala educación. Es importante que aprendas a reservar parte de la información, de lo contrario, al decir lo que sientes te llevara a futuro a una carga de arrepentimiento. Por lo tanto, ahórrate ese malestar.

Ve tirando esas piedras molestas poco a poco. Significa que debes evitar que se acumulen malos ratos. Aprende a resolver tus problemas, toma mejores decisiones y es momento de que llames a aquellas personas que les hiciste pasar por un mal momento. Cambia tu furia por sonrisas.

Inclínate por actividades que te hagan sentir bien. No veas tu día a día con una obligación, aprende a ver el lado bueno de las cosas, desarrolla tus actividades con gusto. Poco a poco te sentirás feliz y la felicidad es la clave para disminuir la agresividad.

En momentos complicados, siempre ten en mente la palabra "tranquilo"; toma las cosas con calma, analiza antes de explotar.

Pese a estar en diferentes circunstancias, por más graves que sean y pongan en la cuerda floja tu tranquilidad, recuerda que no eres un globo que está inflado a presión. Tú tienes la capacidad de gestionar tu ira. Analiza las consecuencias de tus actos, piensas con la cabeza fría y práctica.

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Revisado por Paola Pueblita

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Comentarios 3
  • Estela Roy

    Muy buen articulo, gracias.

  • lizbeth ortiz moreno

    Me agrada este tipo de test, aunque no soy madre aún, me gusta relacionarme con todo tipo de test para estar preparada.

  • Maricela lozano huerta

    Muy buen test nos hace pensar en situaciones que no hubiéramos pensado antes.

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