Ansiedad y trastornos gastrointestinales: conexiones entre el cerebro y el intestino

Con frecuencia, las personas que tienen trastornos de ansiedad también informan sobre trastornos del sistema digestivo: hinchazón abdominal, dolor de estómago, estreñimiento, entre otros.

21 SEP 2020 · Lectura: min.
Ansiedad y trastornos gastrointestinales: conexiones entre el cerebro y el intestino

"Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría" Friedrich Nietzsche

Puede suceder que en momentos de estrés y cambio uno pueda expresar su malestar a través del cuerpo, pero si esto se convierte en una forma habitual de reaccionar a las dificultades o a ciertas situaciones cotidianas, la calidad de vida podría verse muy reducida.

Muy a menudo, las personas que tienen trastornos de ansiedad también informan de trastornos del sistema digestivo:

  • Hinchazón abdominal
  • Dolor de estómago
  • Estreñimiento
  • Disentería
  • Opresión estomacal
  • Falta de apetito
  • Dificultad para tolerar el hambre
  • Dispepsia
  • Náuseas y vómitos.

De diversas investigaciones científicas realizadas por Michael D. Gershon1 de la Universidad de Columbia en Nueva York, se desprende que el cerebro y el intestino son dos órganos estrechamente relacionados, de hecho se definen respectivamente cerebro grande y cerebro pequeño , como si fueran dos formas diferentes que tiene nuestro cuerpo de tomar decisiones: como para corroborar los dichos populares "hacer una elección de vientre" o incluso el dicho "tener mariposas en el estómago".

El cerebro actúa como asiento para las elecciones racionales, mientras que el intestino para las más inconscientes y emocionales.

Además, parece que el intestino contiene millones de células y fibras neuronales que constituyen un verdadero sistema nervioso autónomo capaz de integrar y procesar los estímulos externos e internos recibidos por el cuerpo, interactuando con el sistema nervioso central a través de un intercambio de información mediado por el sistema psiconeuroinmunoendocrino (liberación de hormonas, nervio vago, sistema inmunológico). Esto significa que los dos cerebros se influyen mutuamente, determinando nuestro bienestar psico-físico.

Estos dos sistemas nerviosos también interactúan entre sí a través de los sistemas simpático y parasimpático. El simpático es lo que se activa durante el peligro, es lo que los británicos llaman "lucha o huida", mientras que el sistema parasimpático sirve cuando estamos en un estado de relajación y el sistema digestivo debe realizar sus funciones. Así pues, si estamos tranquilos, el sistema digestivo funciona bien, mientras que si nos enfrentamos a un peligro potencial, real o presunto, podemos entrar en un estado de ansiedad: el estómago se congela, el intestino se aprieta y de ello pueden derivarse fenómenos de estreñimiento o disentería; fenómenos que parecen contrastar entre sí, pero que son característicos de una situación de amenaza presunta: el estómago se paraliza antes de que el corazón duela.

El papel del intestino en la digestión y absorción de los nutrientes contenidos en los alimentos sugiere que el estilo de vida y la nutrición también afectan a la salud del intestino, que a su vez influye en el cerebro.

Sólo después de haber realizado todos los exámenes médicos que descartan una causa orgánica podemos hablar de un trastorno gastrointestinal psicológico. Esto no significa que el problema no exista o que sea simulado, sino que no hay ninguna condición médica que pueda justificarlo.

Los factores que entran en juego en este tipo de problemas son muchos:

  • Factores hereditarios/genéticos
  • Enfermedades metabólicas
  • Hábitos de alimentación
  • Fumar
  • Eventos estresantes
  • Sedentarismo
  • Falta de actividad física.

Este complejo número de factores hace muy difícil resolver el trastorno gastrointestinal a corto plazo, sin embargo, a través de un camino psicoterapéutico se puede aprender a reconocer las señales de anticipación y aprender estrategias para manejar las situaciones en las que se produce el problema.

A menudo las personas que expresan su sufrimiento a través del cuerpo tienen dificultades para nombrar sus emociones y reconocerlas, por lo que la comunicación tiene lugar por el canal no verbal y el intestino se comporta como si fuera el interlocutor privilegiado de la comunicación.

El intestino puede convertirse en uno de los mejores aliados o uno de los peores enemigos, dependiendo de si lo miras con curiosidad o desconfianza. Si logras entender todo e inmediatamente, puede convertirse en una buena oportunidad para cuidarte y acoger la parte emocional que se mantiene oculta.

Dra. Valentina Loforese | Psicóloga - Psicoterapeuta de de guidapsicologi.it

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