Anda a no sé dónde, busca no sé qué.

A veces nos perdemos en el día a día, ¿en qué momento nos detenemos a pesar en dónde estamos y qué queremos?

3 JUN 2016 · Lectura: min.
Anda a no sé dónde, busca no sé qué.

Cuando era pequeña mi cuento favorito se llamaba "Anda a no sé dónde, busca no sé qué"; en él, un personaje era enviado a una un lugar desconocido para encontrar algo que no sabía que estaba buscando. A veces, al espacio terapéutico llegan personas que parecen sacadas de éste mismo cuento; son personas que se descubren en el mundo sin saber dónde están, cómo llegaron aquí o lo que están buscando.

Uno de los problemas más asiduos en el consultorio es el de la ansiedad, acompañado por estrés, angustia, miedo o inseguridad; que a su vez ocasionan dolor de cabeza, de espalda y cuello, irritación y enojo. La mayoría de las personas que vienen a terapia por estrés son personas entre 25 y 40 años, hombres y mujeres que trabajan y que se cuestionan el no estar haciendo lo que les gusta, no estar ganando lo suficiente, si están en el camino correcto, si están desperdiciando su vida o el significado de la misma.

Lo curioso, es que cuando exploramos el origen de estas ideas; es decir, la razón por la que están haciendo lo que no les gusta en lugar de lo que quisieran estar haciendo muchas de sus respuestas coinciden. Comentan cosas como: "es que es lo que tengo que hacer", "es muy tarde para volver a empezar", "es que toda la vida quise estudiar esto", "tengo miedo de hacer algo diferente", "¿qué va a decir la gente si cambio?", "no sé qué es lo que quiero", "lo hago por el dinero" …

El día de ayer un joven que vino a terapia por primera vez me dijo que reflexionó sobre cómo había llegado a una situación en la que no se encuentra cómodo, comentó: "lo que pasa es que estoy viviendo las consecuencias de las decisiones que he tomado en el pasado". Podría parecer que esta aseveración es simple, que no tiene mayor dificultad; sin embargo, no es una reflexión común.

Es difícil que identifiquemos y reconozcamos que muchas veces son las decisiones de nuestro pasado las que tienen consecuencias hoy. La semana pasada durante una supervisión, un alumno de maestría me preguntó si yo puedo identificar cuál es la decisión que tomé en el pasado que es causa de una situación que quiero cambiar en mi presente. Mi respuesta fue que sí, conozco perfectamente cuál es la razón; curiosamente, el conocer la razón no cambió nada. Los cambios comenzaron en el momento en que identifiqué cuáles eran las cosas tenía que hacer para llegar a donde quiero estar en el futuro.

Una de las reflexiones más importantes que me ha compartido uno de mis maestros gira en torno a la lengua. Él me señaló que en el idioma español las decisiones se toman, mientras que en inglés las decisiones se construyen. A pesar de que me encanta mi idioma, prefiero quedarme con las implicaciones de tomar decisiones en inglés, me siento más cómoda pensando que puedo construir mi futuro en lugar de elegir mi camino entre un número predeterminado de opciones.

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Escrito por

Psic. Ale Carcaño Díaz

Psicóloga licenciada en la Universidad Marista de Mérida. Especialista con una maestría en adicciones y en desarrollo organizacional. Diplomada en filosofía existencialista. Cuenta con quince años de experiencia en atención terapéutica y en diferentes universidades, además de haber trabajado en estados.

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Comentarios 1
  • Katya Carcaño Díaz

    ¡Maravillosa reflexión Ale! Me encantaría leer más sobre esto. ¿Por qué no escribes un libro? Todo lo que tienes dentro, puedes vaciarlo en papel o sobre las teclas de una lap. Estoy segura que a muchos les llegarías hasta lo profundo :)

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