Si te lo tengo que pedir, ¡ya no lo quiero!

Saber comunicarse es un arte, abre las puertas de todo entendimiento: Se evitan malos entendidos, se sanan relaciones, se reparan vínculos afectivos, etc. ¡Aquí te damos toda la información!

3 MAY 2021 · Lectura: min.
Si te lo tengo que pedir, ¡ya no lo quiero!

Resulta interesante comprender que el ser humano, desde la cuna hasta la tumba, tiene una gran necesidad de comunicarse.

El niño aprende a imitar conductas, a las cuales va poniéndoles un significado y una representación social.Aprende un lenguaje y un patrón o modelo de conducta de acuerdo a su contexto personal, su cultura, estilos de crianza, y formatos de educación, a través de la interacción y los vínculos afectivos. Más tarde aprende normas y roles que asume o que le impone la sociedad.

Aquí es donde empiezan los problemas, y es precisamente en la forma inadecuada de comunicarnos con los otros.

Asumimos que los otros deben saber o adivinar lo que queremos, damos por hecho que el otro piensa, siente y debe actuar igual que nosotros, y eso no es así.

Cada cabeza es un mundo, piensa diferente, percibe diferente, asimila diferente e interpreta diferente porque cada persona es distinta a nosotros. De allí la importancia que reviste aprender a comunicarnos adecuadamente. ¿Pero cómo hacerlo si nadie nos ha enseñado las reglas o elementos de una buena comunicación?

En los campos de investigación de algunos expertos en la materia, se han encontrado algunas inconsistencias en las interacciones, patologías y paradojas en la comunicación, tal como nos lo describen Watzlawick, Babelas y Jackson (1991), en su obra "Teoría de la Comunicación Humana", en la cual puede observarse que, los efectos pragmáticos (en la conducta) de la comunicación humana, suelen ser muy delicados y difíciles cuando no se saben aplicar de manera correcta.

Y es que la verdad, nadie se preocupa por lo que dice, a quién se lo dice y cómo se lo dice, creando malos entendidos cuando nos acostumbramos a un diálogo despreocupado, con exceso de confianza y una connotación por demás evidente, sobre todo dentro de los sistemas familiares y muy particularmente dentro de las relaciones de pareja. Queremos que nuestra pareja a veces nos adivine lo que queremos decir, dando libertad al otro de interpretar como le da la gana y hasta nos enojamos y nos sentimos rechazados o ignorados cuando no nos saben atender, escuchar, entender, comprender y corresponder como esperábamos. ¿entonces qué hacer?

Elementos básicos de una buena comunicación

  • La fuente o emisor. Es quien emite un mensaje, en este caso es la persona.
  • Encodificación. Es la forma en que configuramos o preparamos el mensaje que queremos emitir: qué palabras usaré, cómo las acomodo, en qué términos voy a decirlo, de qué manera quiero decirlo, qué habilidades tengo para hacerme entender, el tono de voz, la persuasión, la emoción, la dedicación, el lenguaje utilizado y hasta la emoción implícita que lleva mi mensaje. ¡Ojo!, la encodificación es como un regalo hermoso que quiero hacer al otro, entre más cuidado al prepararlo o envolverlo, más bonito y agradable será para el otro ¿verdad?
  • El mensaje. Debe ser claro, preciso y conciso. Decir claramente lo que quiero decir, sin rodeos, sin paradojas o dobles círculos para evitar malos entendidos.
  • El canal por donde enviaré mi mensaje, ¿Será un mensaje verbal de forma personal?, o ¿será un mensaje escrito?. ¿Qué vía de comunicación voy a escoger? Debe estar en sintonía con el otro. Cuidando que no haya ruido e interferencias que puedan entorpecer o estropear la buena comunicación. La fidelidad del canal debe ser limpia, clara, y óptima.
  • El Receptor o decodificador. Es la persona que recibe el mensaje, lo interpreta desde su referencia personal (es quien recibe el regalo) y lo retroalimenta, es decir, lo contesta también clara y rápidamente, eso es vibrar o estar en la misma sintonía, donde el respeto es índice de sana comunicación o sana tolerancia.

Aquí es responsabilidad del emisor, verificar que su mensaje haya sido bien recibido, porque el receptor a lo mejor ni lo recibió bien o no entendió lo que queríamos decirle, lo interpretó a su manera y ni nos contestó, o nos dejó en visto y hasta nos ignoró y allí empezamos a juzgar al otro: "Es un grosero", "Es un tonto", "Ni me peló", "No le importo", "No me quiere", "no le importo", etc.

¡Qué feo es agregar supuestos que no existen! Cuando el otro pobre está hecho bolas piense y piense: "Ay Dios, qué le contesto", "Qué me habrá querido decir", "No sé qué responderle o cómo contestarle". No sabe qué contestar porque es complejo adivinar lo que el otro quiso decir, pero no lo dijo bien ¿Entonces?

Hay muchas relaciones de pareja por ejemplo fracturadas por la misma razón. Dan por hecho que su compañero es un tonto, es un grosero, es un desconsiderado porque no saben comunicarse ni saben expresar sus sentimientos y sus emociones y encima no son detallistas con sus mujeres. Y sucede muy a menudo que la mujer le reclama al marido: "Oye tú nunca me invitas a salir ni me regalas flores", y al siguiente día, llega del trabajo el pobre hombre con un ramo de flores en las manos y la mujer se cruza de brazos y voltea la cara y responde: "No pues ya no las quiero", o "Si te tengo que pedir las cosas, ya no las quiero". ¡Dios mío, quién entiende a estas mujeres!

El hombre o la mujer no son adivinos para saber lo que otro piensa, siente o quiere y encima nos conflictamos cuando no le atinamos, empezamos a inferir cosas que no son, empezamos una guerra sin cuartel que muchas veces termina hasta en divorcio, cuando el problema no es por falta de amor, sino por falta de comunicación, no se saben comunicar como debe ser, es decir, el problema no radica en su forma de relación (porque se aman).

El problema está en el contenido de lo que dicen y cómo lo dicen ¡Y vaya que enojados decimos tantas cosas que a veces ni sentimos!, sin pesar en las consecuencias de nuestros actos (causas y efectos).

En fin, es imposible no comunicarnos. Verbal, escrita o gestual, digital o analógicamente son formas de interacción que dicen mucho de nosotros por la forma cómo nos comunicamos. Las conductas son y existen. Es imposible no comportarse porque no hay "no conductas", y todo comunica algo, incluso hasta el silencio dice más que mil palabras y punto.

Si deseas saber más sobre este tema, te invitamos a que nos escribas a psico.mx te responderemos a la brevedad posible.

Referencias

Watzlawick Paul, et al. La Teoría de la comunicación. Editorial Herder, Barcelona España, (1991).

Berlo Kennett, David. El Proceso de la comunicación. Editorial El Ateneo. Bogotá Colombia (1960).

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Escrito por

Dora Lidia Pérez Rochín

La Psic. Dora Lidia Pérez Rochín es una de las psicólogas más profesionales que brinda la atención y orientación necesaria para poder resolver sus problemas emocionales que pueden estar afectando su vida social y familiar. Cuenta con el conocimiento y la experiencia necesaria.

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